Quisquillosos con los datos

Por María de la Lama 

Lo peor del ya célebre “yo tengo otros datos“ del presidente, es que seguro es cierto. En primer lugar, porque el poder construye una cámara de eco a prueba de balas: a nadie le conviene decirle al rey que está encuerado. En segundo lugar, porque es cierto que siempre que podemos elegimos los datos que nos convienen. Como señala López Obrador, “depende de qué datos se utilicen, cuando hay la intención de proyectar las cosas que están mal en lo económico, se utilizan unos datos”.

Pero todos los datos son datos selectivos, e información parcial no es, per se, fake news. Seleccionar datos es fundamental en un mundo con sobrecarga de información. La pregunta es qué criterios tiene cada quién y cuáles son los adecuados.

¿Realmente la “oposición” elige a propósito los datos que pintan una imagen pesimista de la economía de México? O ¿está siendo injusto el senador Julen Rementería al hacer público el Programa Anual de Adquisiciones de la Presidencia de la República, que presupuesta un kilo de embutido a 16 mil pesos el kilo? Rementería podría también hacer público el presupuesto de la administración pasada, igual de escandalosa, o poner junto a la denuncia, en letras grandes. “Este presupuesto no ha sido licitado”. ¿Haría esa informacion extra menos verdadera la corrupción? No, solo menos evidente.

Lo agobiante es que, incluso siento selectivos con sus datos, y sobreprotectores con el ego del mesías, los responsables de la presente administración no tengan más opción que decirnos “Este presupuesto todavía no ha sido licitado”. O presentarnos que la inversión retrocedió 6.9% y que el PIB de país creció tan solo en 0.6 por ciento. Me pregunto cómo saldrían los datos si no fuéramos quisquillosos.

 

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