Rafael Pinto, ejemplo de pasión y dedicación

El pasado 17 de febrero se cumplieron siete años del fallecimiento del maestro Rafael Pinto Aranda, reconocido pintor yucateco que supo combinar dos artes: la pintura y la educación, y que formó a varias generaciones de creadores yucatecos que pasaron por su taller y ya cuentan con su propio camino artístico.

Su recuerdo permanece indeleble en la memoria de sus alumnos en el Centro Universitario Montejo, plantel en el que impartió sus conocimientos durante más de 30 años. También dio clases en Bellas Artes, entre otras instituciones en las que por su dedicación y compromiso a favor de la educación artística de Yucatán fue nombrado Maestro Emérito.

Nació en Mérida el 24 de octubre de 1915, y desde niño dio muestras de su devoción a la pintura, destacando como dibujante en la revista El Escolar. También tuvo experiencias en el campo de la escenografía y escultura, con maestros como Teodoro Zapata, Ariosto Evia y Alfonso Cardona.

La obra del maestro Pinto Aranda se expuso en múltiples ocasiones –tanto en lo individual como en lo colectivo en Miami, Monterrey, Torreón y Cozumel además de la capital yucateca– y su labor educativa la inició en 1963 en importantes colegios de Mérida, para posteriormente (en 1969) adquirir la base como maestro de pintura en la escuela de Bellas Artes, donde ejerció 32 años.

Si algo caracterizó al maestro “Rachito”, como le llamaban cariñosamente sus conocidos, fue el amor y cariño que dedicaba a los niños, (hijos o nietos de antiguos exalumnos), que los sábados por las tardes abarrotaban el estudio instalado en el segundo piso de su domicilio en la avenida Colón.

La gente que pasaba todos los días por la mañana podía ver cómo el maestro trabajaba, con la misma dedicación de siempre, hasta después de cumplir los 98 años de edad.

-Una de las lecciones más valiosas que nos dio fue su deseo de vivir y de mantenerse activo -recordó su hijo Roberto Rafael Pinto Ontiveros quien en amena plática con Punto Medio compartió que su padre siempre rechazaba la idea de retirarse: “Se jubilan los flojos, yo no”, le dijo en su momento al gobernador Patricio Patrón Laviada, quien le dio uno de los muchos reconocimientos que siempre atesoró en su memoria, como el que con motivo del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución Mexicana, le brindó Jorge Carlos Berlín Montero, entonces presidente de la Junta de Gobierno del Congreso del Estado.

Texto y foto: Manuel Pool Moguel

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