Armando Escalante
Periodista y analista político
Todo ha empeorado. Este gobierno no solo no construye nada sino que destruye todo. Lo que toque Amlo lo acaba. Comenzando con las reputaciones incluso de sus colaboradores, de sus funcionarios y hasta de los gobernadores que se le acercan. Hizo trizas a 2 secretarios de Hacienda, espantó a Romo, a Jiménez, a Germán, a Jaime Cárdenas; dejó moribunda a una tal Tatiana, fue fulminada una de Semarnat, ya son inservibles una señora que pasó por la Función Pública, otra, la de Energía, para allá va, los irresponsables de la Secretaría Salud, son odiados en todo México y merecen ir a prisión; el nefasto amigo protegido de Migración, es todo un caso penal y así un largo etcétera. Se los va acabando.
Construir el tren, es una costosa vacilada que luego pagaremos más caro de los miles que se han tirado; se compara con el desastre de una refinería que ya costó más del triple de la rentada en Texas y aún no tiene para cuando arrancar, menos refinar una gota de gasolina. Y de la terminal de aviones construida en la base aérea militar de Santa Lucía no hablemos: 5 vuelos diarios.
Y decimos que empeora todo porque ya no hay vacunas en el sistema de salud. Los medios de prensa callados, sin querer ni siquiera entrevistar a los papás a los que se las niegan. Anuncian unos respiradores que no existen, ni funcionan; anuncian una vacuna contra covid que igual es falsa. Compran una vacuna chafa que no tiene permisos. Y todo esto a lo largo de 3 años y seguimos igual.
Toda la crisis causada por esta desgracia que pesa sobre México tiene un solo motivo: la orden presidencial de ahorrar todo el dinero posible para poder tener más fondos y comprar voluntades (votos) aunque esto signifique que el pueblo bueno y sabio se jorobe. Este gobierno federal criminal no adquiere vacunas para niños, no hay contra la tuberculosis, sarampión, papilomas, ni muchas más del cuadro básico, según difunde la prensa.
Y si no hay dinero para lo más importante menos habría para alguna obra en un estado del país, que tiene que rascarse solo para seguir impulsando el desarrollo. El presidente ha educado a sus seguidores para condenar las deudas. Asegura el tal Adán López —el más burlesco de todos— que ya tenemos el permiso fiscal ahora toca aguantar los ataques de los críticos de las deudas, entrenados por Amlo. Cuando menos sus diputados no nos harán cansada la aprobación del préstamo.
El xix.— Aquí en el patio, prometen que van a firmar la cesión de unas hectáreas “a cargo” de la Armada la misma que está dedicada hoy a ocupar empresas privadas para ahuyentar capitales portando rifles de alto poder. Se asegura que hay obras de un gasoducto que por cierto no puede visitar la prensa, como tampoco se ven unas plantas de CFE. Rezamos porque sea cierto lo de “otro” hospital O’Horán, aunque sospecho que no lo veremos en años, salvo en el “discurso”. Con tanto abrazo, tanto arrumaco y besuqueo; con tantos elogios mutuos y medias tintas, mensajes tibios, anodinos, neutros, inodoros, incoloros y sobre todo puro rollo insaboro e insípido… ¿con qué discurso van a salir a hacer campaña?