Rumbo al episodio IX

Por Marcial Méndez

Como todos saben, la semana pasada vio la luz un nuevo adelanto de Star Wars: The Rise of Skywalker, la entrega que dará fin a la sequel trilogy que comenzó en el 2015 con The Force Awakens. A apenas unos meses de este esperado cierre, vale la pena recapitular la trayectoria del Star Wars de Disney y analizar la información que tenemos respecto al Episodio IX para plantearnos qué esperar de este último filme y, más allá de eso, para empezar a construirnos una idea del legado que la compañía del ratón dejará en la galaxia muy muy lejana con esta trilogía.

Comencemos por el principio: el Episodio VII. Aunque bien recibida tanto por las audiencias como por la crítica, The Force Awakens empezaba a dar indicios de decadencia creativa, comenzando por su trama casi idéntica a la del Episodio IV (A New Hope). Probablemente en respuesta a esta falta de originalidad, Disney intentó algo nuevo con el Episodio VIII (The Last Jedi), partiendo del concepto de “romper con lo viejo” (dicho casi verbatim por Kylo Ren durante la cinta) pero no se comprometió al 100% con ello y terminó con un filme indeciso que obtuvo una recepción mixta.

Ante un fandom polarizado, temorosos de tomar más riesgos que pudieran alejar a las audiencias, las mentes detrás del Star Wars de Disney han metido reversa a sus pocos esfuerzos por producir algo original, según indican los avances del episodio IX. En total contraste con su predecesora, The Rise of Skywalker cerró su primer teaser con la aseveración de que “nadie desaparece del todo”, seguida por la icónica risa del emperador Sheev Palpatine. Esto, en conjunto con la aparición de Lando Calrissian y las ruinas de una Estrella de la Muerte, son claros indicios de que Disney ha regresado a lo seguro y, nuevamente, ha recurrido a los frutos del pasado para sostener y mantener el interés por su trilogía actual.

El más reciente adelanto, por su parte, refuerza la anterior conclusión (nuevamente, Palpatine hace acto de presencia), pero aporta poco más. Como era de esperarse, anuncia una lógica batalla final entre Kylo y Rey… y ya. La otra escena de interés en la que la heroína aparece portando un sable de luz rojo podría ser indicio tanto de genialidad como de decepción, dependiendo de cómo se integre a la cinta.

A manera de conclusión, reitero lo que manifesté en una columna previa: “las secuelas de Star Wars no han podido construir nada significativo y se han conformado con revisitar los cimientos de la trilogía original”. Cerca del fin de la actual etapa de la saga, no nos queda más que afrontar que la franquicia está ahora en un peor lugar del que empezó, creativamente hablando. Se mantiene entretenida para muchos, pero su éxito proviene, en gran medida, de los logros de su pasado y no de los cambios y aportaciones de Disney, empresa que no ha sabido a aprovechar las posibilidades del enorme universo de Star Wars y que se ha mostrado complaciente con revisitar los mismos lugares y personajes una y otra vez. Si bien el Episodio IX aún podría sorprender positivamente, esto se ve muy poco factible.

Ahora, más que nunca, necesitamos a alguien que venga a restaurar el equilibrio de la Fuerza.

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