Deyanira Trinidad Álvarez Villajuana
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Los límites sanos, para cuidar nuestro corazón, deben ponerse con sabiduría, y ejercitarse en distintos contextos. Del corazón emana la vida, y es el bien más preciado, por lo cual, no debe compartirse con cualquiera.
En toda relación deben contemplarse siempre los sentimientos, propios y los ajenos, aprendiendo a ser cada vez más asertivos y no reactivos, agresivos o pasivo-agresivos. Algunos ejemplos concretos de cómo se actúa antes y después de aprender a poner límites, pueden ser los siguientes: Antes de poner límites – “Deja de gritarme, debes ser más amable”. Después de poner límites – “Si quieres, puedes seguir gritando, pero yo no me quedaré aquí cuando actúes de esta manera”. Antes de los límites – “Tienes que dejar de tomar, estás arruinando nuestra familia. Escúchame. Estás destrozando nuestras vidas”. Después de los límites – “Si no quieres, no hagas nada con tu alcoholismo. Pero ni yo ni los niños seguiremos exponiéndonos a este caos. La próxima vez que te emborraches, nos iremos a casa de mis padres a pasar la noche y les diré por qué estamos ahí. El alcoholismo es tu elección y decisión. Nosotros también podemos decidir y elegir y lo haremos, nuestras vidas valen”.
Otro contexto, es por supuesto, el trabajo o la empresa. En este entorno pueden darse algunas situaciones tales como: encargo de obligaciones que le corresponden a otra persona, demasiado trabajo de horas extras, prioridades equivocadas, colegas difíciles, actitudes críticas, conflictos con la autoridad, demasiadas expectativas con respecto al trabajo, estrés laboral trasladado al hogar, estar en un trabajo que no te gusta. Ante ello, Dios nos invita a ser sabios y desarrollar nuestros dones y talentos en el trabajo, eligiendo de acorde a nuestro diseño particular. Debemos fijarnos en qué tenemos una habilidad natural, qué nos gusta realizar, y dedicarnos a ello con pasión, disfrutando, pues para ello es el trabajo, para crecer y madurar, dando por añadidura un bienestar psico-social y económico, fundamental para cualquier ser humano, pero también es preciso poner límites a la sobre carga de trabajo, para no caer en estrés y burnout o síndrome del quemado por tanto afanarse. Disfruta, relájate y entiende que si se trabaja es para mejorar la calidad de vida y no para aminorarla.
Por último, existe la aplicación de los límites en el contexto personal. Ello implica saber alimentarnos adecuadamente, la sabia utilización del tiempo y del dinero, la terminación de las tareas y responsabilidades adquiridas, el usar la lengua con sabiduría para ni hablar de más, ni de menos en el momento justo y de la forma adecuada, la sexualidad con nuestro cónyuge placentera y totalmente fiel, el no consumir ningún tipo de sustancia adictiva, incluyendo alcohol y cigarro, entre otros.
Lo anterior cobra relevancia al estar conscientes de que: las más de las veces somos nosotros, nuestro peor enemigo; tendemos a retraernos de las relaciones sociales justo cuando más las necesitamos; intentamos muchas veces sin éxito, utilizar nuestra fuerza de voluntad para solucionar nuestros problemas de límites (solos no podemos, con la ayuda de Dios sí es posible), etc. La solución está en caminar conscientes de la gracia, perdón, misericordia y verdad de Dios, quien nos invita a amarle a Él en primer lugar, después a nosotros mismos, para así poder amar a los demás, así como buscar ayuda profesional en caso de requerirla, y si somos en verdad honestos: todos la requerimos y aceptarlo es saludable.