Segunda PLana

LA VERDAD ES que merecen aplausos el diputado federal con licencia Jorge Carlos Ramírez Marín, los campesinos productores, académicos especialistas y demás personas que se reunieron ayer (nota en la página 4) a fin de analizar a profundidad el panorama actual de la apicultura y sus retos. Quienes rebasamos el medio siglo de vida recordamos los buenos tiempos en que la producción de miel se hacía de manera artesanal y aun así se obtenían cosechas importantes, en gran parte por dos factores favorables: había floración suficiente, y eran mínimas las enfermedades que azotaban a las abejas. Hoy el panorama se ha complicado por la deforestación del estado y la llegada de diversas plagas. Ramírez Marín recordó ayer que hace 14 años, cuando era diputado local, alertó acerca de las amenazas que pesaban sobre la apicultura, pero poco caso le hicieron. Hoy, enfrentados a la amenaza de desaparición, los apicultores yucatecos tratan de reponerse, tomar impulso y lanzarse de nuevo a una producción importante, que les permita mantener su lugar privilegiado en los mercados internacionales. ¿Tendrán apoyo para lograrlo?

CON INTERÉS Y preocupación deberían escuchar los yucatecos las crecientes voces que insisten en señalar que el agua de los mantos freáticos de la Península está “podrida” y prácticamente perdida para consumo humano, en una posición que a muchos parece exagerada, pues si bien se trata de un problema creciente, todavía el agua de nuestro subsuelo puede utilizarse incluso para beberla. La actitud de los yucatecos tendría que ser positiva y proactiva, con pasos graduales bien pensados: 1) Tenemos que reconocer que hemos descuidado e incluso dañado las reservas del vital líquido; 2) Debemos trabajar en la concienciación de todos, desde los niños hasta los ancianos, para que juntos cuidemos el recurso hídrico; 3) Hay que diseñar programas bien definidos y mejor financiados, para que la cultura del agua forme parte de nuestra idiosincrasia y carácter; y 4) Hay que defender nuestra agua contra cualquiera que quiera dañarla. Con el agua no debemos esperar que se cumpla con nosotros la frase que dice que nadie sabe lo que tiene sino hasta que lo ve perdido.

Por Gínder Peraza

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