Segunda Plana – Punto Medio

CON QUE KULUBÁ tenga la mitad de las riquezas que ofrece Ek Balam sería suficiente para atraer a miles de turistas nacionales y extranjeros que dejarían en Yucatán más derrama de la que ya de por sí, por fortuna, deja la industria sin chimeneas en nuestro estado. Ek Balam, que todavía no recibe toda la promoción que su grandeza merece, es una joya reluciente de la cultura maya en el oriente del estado, y será necesario darle más impulso ahora que tendrá como complemento todo lo que ofrezca Kulubá (kulú es el nombre maya del mapache), según el anuncio que hizo ayer (página 8) el secretario de Fomento Turístico, Saúl Ancona Salazar. El funcionario indicó que la nueva zona arqueológica complementará los atractivos con que cuenta el estado, y subrayó la importancia de promoverla internacionalmente. El oriente puede ofrecer ya sitios tan atractivos como Chichén Itzá, Valladolid, Ek Balam, Tizimín, Río Lagartos y San Felipe, una combinación que fácilmente puede llenarle el ojo a cualquier visitante.

HAY SIN EMBARGO una veta turística de nuestra entidad que falta rescatar, mejorar y poner al servicio del turismo mediante inversiones bien planeadas. Nos referimos a la costa, donde prácticamente no hay desarrollos turísticos importantes, aparte de una que otra excepción. San Felipe y Río Lagartos, con toda su belleza, carecen de playas a la orilla de los puertos, y salvo dos o tres hoteles pequeños no tienen mucha infraestructura de servicios para ofrecer. Las mejores playas yucatecas están, nos parece, en el área de Celestún y al oriente de Sisal, donde crece sin orden ni vigilancia el número de residencias propiedad de nadie sabe quién, mientras que de Chicxulub a Dzilam de Bravo prácticamente todos los terrenos costeros han sido ilegal o irregularmente ocupados y cercados. Los invasores de la Zona Federal Marítimo Terrestre no sólo les quitan a los demás yucatecos la posibilidad de disfrutar de un bien de la Nación, como son las playas, sino que además están cerrándole el paso al aprovechamiento de las costas en beneficio del turismo, e impidiendo el desarrollo de fuentes de empleo. Algún día seguramente lamentaremos esa anarquía que ahora se tolera.

 

Por Gínder Peraza

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