SEGUNDA PLANA – PUNTO MEDIO

EN RECIENTE VISITA al medio rural nos enteramos por medio de un ingeniero agrónomo que trabajó para la empresa aseguradora Aserca de un experimento o estudio que se realizó en el Sur del estado con el cultivo de maíz. Para la investigación se escogió un valle, la mitad del cual cultivaba un grupo de menonitas, grupo o pueblo cuya mística de trabajo es bien reconocida, y la otra mitad estaba a cargo de un núcleo de ejidatarios. Pues bien, la aseguradora le dio a uno y otro grupos los mismos fertilizantes y semillas, igual apoyo técnico, la misma asesoría e idénticos insumos y demás elementos que necesitaban para hacer producir la tierra. Luego de todo el proceso de cultivo y cosecha los ingenieros de la empresa aseguradora recabaron los resultados: los menonitas obtuvieron una cosecha de 7 toneladas de maíz por hectárea mientras que los ejidatarios obtuvieron solamente 2. ¿Qué había pasado? Los agrónomos hicieron la investigación pertinente y descubrieron que lo que había pasado era sencillamente que los ejidatarios desde el principio se habían robado parte de los fertilizantes y de los herbicidas, no habían realizado los trabajos que se les pagaban debidamente, etcétera. En síntesis, la diferencia fue la corrupción y la falta de moralidad, o de valores éticos, como usted quiera llamarlo.

A MENUDO GENTE “simpática” dice que la moral es solamente un árbol que da moras. Pero es mucho más que eso. En el ejemplo verídico que le acabamos de relatar, la diferencia entre la productividad de los menonitas y la de los ejidatarios fue la falta de moral. Como todo mundo sabe, ese pueblo que se ha asentado en varios estados de México tiene en el Sureste enclaves de producción que llaman la atención por el ingenio y laboriosidad que distinguen a esos hombres delgados y rubios vestidos de overol, camisa a cuadros y sombrero. Ellos y sus esposas, que también son ejemplo de laboriosidad y frugalidad, crían a sus hijos en un sistema cerrado que se basa en la religión, el trabajo y la solidaridad, una fórmula bajo la cual muy pocos mexicanos aceptarían vivir. No es difícil colegir que sus creencias y valores inciden directamente en su forma de trabajar y en su nivel de productividad.

EL DIRECTOR DE un colegio de bachillerato nos confesaba que el sistema educativo se da cuenta de que se han ido perdiendo los valores morales y éticos entre la niñez y la adolescencia. Ante ello, se han diseñado programas para agregar al plan de estudios de los diferentes niveles, y ha habido maestros que han tratado de llevar a cabo los objetivos de tal programa, pero se enfrentan a un factor adverso muy poderoso: el entorno social, es decir, la propia sociedad, porque los estudiantes se desenvuelven en un medio en el que ven, escuchan y observan por sí mismos que los gobernantes son corruptos, que los políticos se hacen millonarios en poco tiempo, que todos saquean los recursos del gobierno, que hay delincuentes que se alían con autoridades que deberían perseguirlos, que la impartición de justicia es lenta y deficiente, y muchas cosas negativas más que cualquiera puede constatar en las noticias de todos los días.

COMO COLOFÓN de esta columna subrayaremos la importancia que la educación debería tener en la formación que los mexicanos necesitamos para ser más productivos y mejores como país. La educación debería tener esa gran importancia, pero desgraciadamente no la tiene. ¿Por qué? Reciente estudio en el nivel bachillerato, del que tuvimos informes de primera mano, reveló que las principales causas por las que los jóvenes abandonan la escuela en ese nivel son tres: en primer lugar están los padres de familia, que no cumplen las obligaciones que deberían tener hacia sus hijos; en segundo figuran los profesores, un gran número de los cuales carece de la verdadera vocación de maestros, y sólo van a la escuela a fingir que trabajan, mientras sus inspectores fingen que los supervisan; y en tercer lugar están los propios estudiantes, con sus fallas y defectos personales. El problema para lograr un cambio, nos subrayaban, es que los profesores no aceptan la parte que les corresponde en este problema, y así nada se puede resolver. Seguir perdiendo ética y valores, seguir siendo improductivos y estancarnos en la falta de progreso ¿es un destino inevitable? Ojalá que no.

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