Ambas enfermedades comparten muchas características, pero una incluye entre sus síntomas la pérdida del olfato o gusto.
Con la llegada de la temporada de influenza debemos tener cuidado de no confundir los síntomas con el COVID-19, la pandemia que todavía persiste en México y el mundo.
La influenza (gripe) y el COVID-19 son enfermedades respiratorias contagiosas, provocadas por virus diferentes. El COVID-19 es causado por la infección de un nuevo coronavirus llamado SARS-CoV-2 y la influenza por los virus homónimos.
Por el momento, no existe ninguna vacuna para prevenir el COVID-19.
Aunque ambas enfermedades comparten muchas características, hay ciertas diferencias clave importantes de conocer.
Similitudes: Tanto el COVID-19 como la influenza pueden tener distintos grados de signos y síntomas, que van desde la ausencia de síntomas a síntomas graves. Los más comunes para ambos padecimientos incluyen:
Fiebre o sentirse afiebrado/con escalofríos, tos, dificultad para respirar (sentir que le falta el aire), fatiga (cansancio), dolor de garganta, mucosidad nasal o nariz tapada, dolor muscular y molestias corporales, dolor de cabeza e incluso vómitos y diarrea, aunque esto es más común en los niños que en los adultos.
Diferencias: Los virus de la influenza pueden provocar enfermedades leves a graves, incluidos los signos y síntomas más comunes mencionados anteriormente.
En el caso del COVID-19 pueden incluir cambios o pérdida del olfato o el gusto.
En cuanto al tratamiento, las personas con mayor riesgo de presentar complicaciones o que han sido hospitalizadas por coronavirus o influenza deberían recibir atención médica de apoyo para ayudar a aliviar los síntomas y complicaciones.
Los medicamentos antivirales contra la influenza con receta están aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos del gobierno de los Estados Unidos (FDA).
Para el caso del COVID-19, aunque el remdesivir es un agente antiviral que se está estudiando como tratamiento y está disponible mediante una Autorización de Uso de Emergencia (EUA, por sus siglas en inglés), actualmente no hay medicamentos ni otros tratamientos aprobados por la FDA para prevenir o tratar este padecimiento.
Texto: Esteban Cruz Obando