Soluciones para mocos en bebés

Los mocos son extraordinariamente frecuentes en los bebés y niños de hasta 5 años; tanto es así, que una de las palabras más antiguas para referirse a los pequeños es “mocosos”.

El moco es un mecanismo de defensa del organismo del niño frente a las infecciones. Cuando un virus o agente externo entra en contacto con su vía respiratoria y la irrita, la respuesta del cuerpo es generar a través de las mucosas (de ahí su nombre) este material gelatinoso que atrapa a los agentes irritantes para que sean expulsados al exterior, por medio de la tos o los estornudos.

Desde el nacimiento, el bebé está expuesto a muchos agentes infecciosos (virus y bacterias) que entran a través de los orificios nasales al respirar. En su inmensa mayoría, estos serán atrapados por el moco que se produce en la vía respiratoria y no llegarán a afectar gravemente al niño.

Durante los meses de otoño e invierno, las frías temperaturas hacen proliferar las infecciones respiratorias. Si además el bebé tiene hermanos mayores (que le contagian las infecciones), o va a la guardería, es prácticamente seguro que se pasará con mocos desde septiembre a final de mayo. La mucosidad por sí misma no es dañina, pero puede ser molesta e incómoda para el niño, y aunque el tratamiento farmacológico es prácticamente innecesario, sí hay algunas medidas sencillas que pueden aliviarlo.

Los pediatras cada vez son más reacios a administrar a niños (especialmente a los menores de dos años) fármacos para tratar los mocos. La mucosidad es un mecanismo de defensa, y si no afecta de forma importante al niño, es mejor utilizar únicamente mecanismos sencillos para ayudarle a expulsarlos, sin intervención farmacológica.

No hay que olvidar que los fármacos para eliminar la producción de mocos (mucolíticos o anticongestivos) pueden tener importantes efectos secundarios, desde taquicardia a convulsiones.

Además, el disponer de estas medicinas en casa incrementa el riesgo de accidentes domésticos, que es una causa importante de morbilidad y mortalidad infantil. La eficacia de esos medicamentos en los niños es controvertida, y hay pocos estudios científicos que los avalen. Por todos estos motivos, desde hace varios años el sistema de la Seguridad Social en España no cubre estos fármacos.

El hecho de que no esté indicado un tratamiento con medicamentos no quiere decir que dejemos al niño con sus mocos sin más; hay varios sistemas sencillos para ayudarle a expulsarlos sin poner en peligro su salud.

Si se trata de mucosidad clara y escasa que no interfiere en la actividad del niño no será necesario hacer nada. Ahora bien, si el moco es persistente, abundante, no le deja respirar bien, le ocasiona múltiples despertares por la noche, o le dificulta la alimentación, hay que ayudarle a eliminarlo.

Existen mecanismos sencillos para ayudar a los bebés a eliminar su exceso de moco. Esto puede hacerse unas 3-4 veces al día, preferiblemente antes de las tomas para que puedan comer mejor, y también antes de dormir:

-Ofrecer agua: lo más obvio y sencillo, aunque a veces nos olvidamos. Un buen estado de hidratación es fundamental para que el moco se haga más líquido, menos espeso, y sea más fácil de eliminar por medio de la tos.

-Ambiente húmedo: los ambientes cálidos y resecos irritan la vía respiratoria, produciendo de forma reactiva más moco. Por el contrario, un ambiente rico en humedad mejora la producción de moco. Hay que tener cuidado con los humidificadores, porque en ellos pueden crecer esporas y hongos que pueden ser perjudiciales para la salud de los pequeños.

-Lavado nasal: siempre se debe hacer con el bebé tumbado y con la cabeza hacia un lado. Con una jeringuilla o un spray se aplica suero en la fosa nasal que queda arriba, mientras se tapa la fosa que queda abajo. A continuación se gira la cabeza hacia el otro lado y se repite la misma operación.

El lavado nasal se puede hacer con varias sustancias:

1) Suero fisiológico: es el método más habitual. Las ampollas de suero fisiológico pueden encontrarse en cualquier farmacia o supermercado.

2) Suero hipertónico: se trata de suero con más cantidad de sal que el suero fisiológico, y se puede comprar en farmacias.

-Agua de mar: al igual que el suero hipertónico, es agua con más cantidad de sal, que es capaz de disolver de forma más eficaz el moco para que sea eliminado por el niño.

En cualquier caso, para los lavados nasales pueden utilizarse jeringuillas (en las que nosotros mismos aplicamos la presión con el émbolo) o sprays, directamente de la farmacia. Estos últimos son más seguros, ya que al estar clasificados por edad, la cantidad a administrar y la presión ya están predeterminadas, con lo que molestaremos menos al niño.

-Aspirado nasal: los aspiradores nasales son cada vez menos recomendados, ya que a la larga hacen el efecto contrario al deseado, al irritar aún más la mucosa respiratoria y aumentar el círculo vicioso del moco.

Existen aspiradores de cánula, eléctricos, en forma de pera ergonómica, e incluso pinzas para extraer los mocos. Jamás debemos utilizar bastoncillos para intentar eliminar mocos de la nariz, porque podemos dañar la mucosa con los movimientos del niño, e incluso impactar cuerpos extraños.– Agencias

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