Tiempo de campañas… grises

El periodo de silencio está por concluir y con ello habrá una guerra de discursos, promesas y ataques como forma de las campañas federales, estatales y municipales, sin importar el color de la camiseta que se porte o las siglas que representan; no hablemos de ideologías porque ya vimos que eso es algo que desconocen los políticos del momento.

La clase política yucateca se empezó a mover casi desde que terminó el proceso electoral de 2015, pero sin tomar en cuenta los factores que los llevaron a las dolorosas derrotas de entonces. Recordemos que durante todo el sexenio de Rolando Zapata Bello el PRI no ha administrado a la mayoría de los yucatecos, pues si bien gobierna en la mayoría de los municipios, estos representan menos del 50 por ciento de los habitantes de la entidad.

Y veremos, como siempre, cómo nombres ya conocidos realizarán acciones “ciudadanas”, pero evidentemente proselitistas para su causa. El esquema es el mismo: los colaboradores harán la labor hormiga, invitarán, se comprometerán y pondrán de su tiempo, para dejar todo listo y luego llegará el sujeto en cuestión, auto investido de una aureola que lo hace sentirse divino y ajeno a las clases populares. Su caminar es rápido, marcando una sonrisa cuando se trata de que le tomen la foto, pero que luego desaparece cuando se ha dejado de filmar y se aleja del ciudadano que le sirvió para la pose publicitaria.

Lamentablemente esto es cíclico y la mayor parte de las veces la gente se olvida de las promesas incumplidas y las sonrisas falsas, quizá esperando que alguna vez sí habrá alguien quien les cumpla. La historia ha marcado que en muy contadas ocasiones sí han surgido auténticos representantes populares comprometidos con la sociedad. Para las elecciones de este 2018, tanto en el ámbito local como federal, será muy difícil tener un panorama diferente. Todo parece indicar que tendremos candidatos de nombres y actuar ya conocidos, pero no precisamente por su magnífico desempeño.

Tanto en el PRI como en el PAN ocurre lo mismo y parece que la única diferencia es el cambio de color de camiseta, con problemas internos y aspirantes grises, quienes más que proponer, se basarán en los errores que cometa el otro partido, para enarbolarlo como bandera y canalizar en su beneficio el descontento ciudadano, pero esta vez los blanquiazules tienen en contra del deslucido desempeño de la administración municipal, recuperada del efímero paso del PRI en el Palacio Municipal.

Por lo demás, a poco más de cuatro meses de las elecciones, los ciudadanos no tienen mucho de donde escoger, únicamente deben esperar a no convertirse en comparsas de aprendices de brujos, imitaciones de políticos y líderes simuladores, dispuestos al cambios de camiseta y a prometer lo que sea, con tal de seguir viviendo del presupuesto pagado por nuestros impuestos.
Hasta la próxima…

Por Miguel II Hernández Madero

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