Último día

Jhonny Eyder Euán
jhonny_ee@hotmail.com

Hoy es el último día de 2021 y la cuenta regresiva para comer las doce uvas me agarró en el estacionamiento de una plaza comercial, donde en la fila de atrás una pareja camina y platica  como si no les hiciera daño el sol de las once de la mañana. Todos vamos a la puerta del inmueble y, al estar detrás de ellos, escucho su charla sobre qué cobertores comprar; de repente el muchacho da un giro a la conversación y le dice a la chica:

Sé que como siempre tendremos que convivir con la familia hasta que se acabe el pavo o tus padres ya no aguanten la desvelada. Pero si fuera diferente, qué te gustaría hacer hoy, en el último día del año, cómo quisieras acabar este ciclo de la vida.

Al parecer a la chica le interesó más observar y envidiar el trasero de una rubia que entró como ferrocarril a la plaza, sin embargo, a mí la pregunta me hizo detener el paso, sentarme en un poco de sombra y tratar de responder.

Cuando trabajé como vigilante conocí a un muchacho que cada 31 de diciembre emprendía un viaje a la playa en solitario. Agarraba su mochila y se iba por la tarde, y antes del amanecer, acudía a la playa para instalar su tripié y cámara. Entonces, esperaba los primeros rayos del sol para tomar fotos del horizonte. Cada vez que me lo contaba pensaba que era una actividad un poco tonta, pero respetaba aquella forma de terminar el año.

Creo que no muchas personas se ponen a pensar en cómo terminarán el año, como si fuese necesario hacer algo especial o trascendental. Por lo general, el plan es vestirse como nunca para sentarse en la sala de la casa y convivir; beber y comer y tomarse fotos con los familiares, amigos y parejas. Fotos para Instagram y Facebook y videos para Tik Tok. El resto es platicar, beber si les gusta el alcohol, y seguir charlando mientras se escuchan canciones para bailar o cantar.

En otras familias se espera con paciencia que el reloj marque las doce para comerser las uvas y luego salir a la calle para atestiguar el concierto de pirotecnia. Se suele quemar un “viejo, un muñeco hecho con ropas viejas y que se rellena con “bombitas”. También hay voladores y demás explosivos que iluminan el cielo.

Dentro de la plaza, caminando rumbo al quiosco de helados, recordé otras actividades que se hacen en el último día del año. Tuve una novia a la que le gustaba ir a misa en la mañana, y no en la noche como se acostumbra. A esa misma chica también le gustaba irse de viaje para Año Nuevo. Sus destinos favoritos eran Puerto Vallarta, Oaxaca, Guanajuato y Cancún. Otras personas viajan al extranjero o se aventuran en cruceros para recibir el nuevo año en el mar.

En la fila para comprar un helado de elote creo tener mi respuesta. No hay algo que me gustaría hacer en especial, mas bien quisiera recibir una señal, una confirmación de que estoy actuando de forma correcta. Y no me refiero a las cosas que podría tener o a las carencias, sino a la persona que soy, porque al final, seas rico o pobre, lo más importante y que te puede distinguir es el tipo de ser humano que seas. En el último día del año me gustaría recibir una señal de que soy quien que siempre me he imaginado ser; conocidos podrían confirmarlo, pero su opinión no sería tan objetiva, tendría que ser una señal divina. 

La vendedora de helados me sonríe y me dice que son cuarenta pesos.—Muchas gracias—le respondo antes de seguir caminando por la plaza en el último del día año.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.