La asociación recibe a mujeres con 12 o 13 semanas de embarazo, y les imparten distintos talleres que las fortalece psicológica y económicamente
La llegada de un hijo inesperado, por lo general, llena de incertidumbre a quien lo espera y su entorno. Es una zozobra que se convierte en vulnerabilidad cuando el apoyo se vuelve fallido por parte de la pareja o la familia de la mujer que enfrenta una situación para la cual no se tiene recursos emocionales o económicos.
“Las cosas no salieron bien con mi pareja”, así resume Elaine la situación que atravesó cuando le comparte al padre de su hija sobre su embarazo. Un hombre 15 años mayor que ella y con problemas de alcoholismo, pero aún así, decide tener a su hija, y lo deja, ya que sabe del futuro inexistente para ambas si se queda a su lado.
Elaine regresa con su madre, quien la recibe, pero en ese momento se encontraba luchando contra el cáncer de matriz, y ante un panorama poco alentador llega una recomendación de una amiga de su madre, quien había perdido a un bebé, de que acudan a Vifac, ya que a ella ahí la habían apoyado para superar su pérdida.
En Vifac (Vida y Familia Asociación CIvil) “recibimos a las mujeres con 12 o 13 semanas de embarazo, y lo primero que se hace son exámenes de laboratorio y una consulta con el ginecólogo para saber el estado de salud de la madre y el bebé, apunta. Posteriormente se acude al Hospital Materno Infantil para que se les abra su expediente, ya que es en este nosocomio donde se va atender el parto”, señala Gabriela Zavala, directora general de Vifac.
“Tenemos chicas internas y externas, las primeras se quedan aquí durante el embarazo, y las externas regresan a su casa los fines de semana. Durante el embarazo les damos talleres de costura, computación, maquillaje y subimos su autoestima, ya que es necesario fortalecerlas para recibir a la criatura que esperan psicológica y económicamente”, comenta Zavala.
Elaine vivía en Tulum antes de embarazarse, donde estudió turismo, pero quería aprender idiomas, por ello decidió vivir en Mérida con su madre, luego trabaja en la Central de Abastos donde conoce al padre de su hija, se va a vivir con él y es cuando se entera que está en cinta:
“Entré en shock, no estaba preparada, no estaba planeado, pensé en no tener a mi hija, pero después lo pensé mucho, y supe que me iba arrepentir el resto de mi vida si abortaba.”, expresó.
En Vifac no sólo se atienden a mujeres que se han quedado sin el apoyo de los padres de sus hijos o de sus familias al saberse embarazadas. Vifac también se conforta a aquellas parejas que no cuentan, ya sea con los recursos económicos suficientes para sortear el embarazo, o con la capacidad emocional para recibir una nueva vida.
“Cuando llega una menor de edad con nosotros, generalmente viene acompañada de su tutor, pero también pueden llegar por parte de la Procuraduría, y al tratarse de menores que fueron violentadas o por medio de denuncias, las atendemos”, agrega Zavala.
De acuerdo con Melba Abraham, presidenta de la asociación, el embarazo no deseado es muy alto en Yucatán, en particular en Tekax, pero a diferencia de otros estados del país, aún se cuenta con la red de apoyo familiar. Menciona que cuando las mujeres se van de casa con un hombre, les cuesta mucho trabajo retornar a casa a pedir ayuda, “pero aún así buscan qué hacer y valientemente aceptan seguir con la vida de ese bebé, porque ya hay muchas ofertas y facilidades para que esas mujeres puedan abortar y perder esa vida”, señala.
Uno de los objetivos de Cifac es lograr que las mujeres, ante un embarazo inesperado, construyan un proyecto de vida donde no lo tenían, al brindarles la herramientas para que ellas puedan salir adelante con este bebé no esperado.
De acuerdo con la presidenta de Vida y Familia, uno de los retos más difíciles que se tienen es fortalecer a las mujeres que regresan a entornos violentos en los que viven, y para ello, mediante ayuda psicológica, las dotan de herramientas que les permitan evadir los círculos de violencia a lo que pueden ser sometidas. Puntualiza que sí lo logran, pero sólo cuando las mujeres llegan a ser atendidas por la asociación a partir de las 4 semanas de gestación.
Vifac también atiende a los padres que acompañan a sus parejas en el embarazo inesperado, ya que también para ellos hay un cambio, ya que no saben por dónde o cómo recibir a la nueva vida, y para ello les ofrecen ayuda psicológica.
“Hoy sé que para crecer a mi hija, necesito trabajar, comparar una casa, ella es mi motor de vida.”, concluye Eliane. Esto es lo que hace Vifac en Yucatán, siembra rumbo ante la incertidumbre de un embarazo inesperado.
Texto y fotos: Lorena González