Viven con miedo, tras matanza a los LeBarón

Julián, uno de los mormones, relata que uno de los sobrevivientes narró que una mujer siguió las órdenes y la balearon. 

LOS CUERPOS de Rhonita Miller y cuatro de sus hijos, todos ellos asesinados en la carretera entre La Mora y el estado de Chihuahua, son llevados de vuelta a través de ese mismo paso montañoso de tierra y roca en un convoy de camionetas pickups y SUVs para ser enterrados en la colonia Le Barón, que se despertó bajo una incesante llovizna mientras la gente de la localidad se preparaba a partir hacia el cementerio.

Miller fue elogiada como un “espíritu inocente y un corazón hermoso” y como una mujer cuya risa “podía iluminar una habitación”.

A su hijo Howard Jr. le encantaba el basquetbol y recientemente se entusiasmó al hacer su primer triple; su hija Kristal fue “la niña de los ojos de su padre”; los mellizos Titus y Tiana, nacidos el 13 de marzo, fueron recordados como “dos ángeles perfectos en los primeros momentos preciosos de sus vidas”.

Según las autoridades mexicanas, los agresores podrían haber confundido las camionetas en las que iban las mujeres con las que utiliza el cártel rival, pero Julián LeBarón, cuyo hermano Benjamín —un activista contra el crimen —fue asesinado por sicarios de un cártel en 2009, rechazó esa versión.

—Tenían que saber que eran mujeres y niños —dijo agregando que los ocho menores que sobrevivieron contaron que una de las madres salió de su camioneta con las manos en alto y aun así fue baleada.

Texto y foto: El Universal

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