El arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, explicó que debemos ser como la semilla de mostaza como señala la parábola, ya que es una semilla tan pequeña, pero que genera un árbol grande, en donde pueden venir los pájaros a poner sus nidos. Se habla de las cosas que pueden parecer pequeñas e insignificantes, pero que, si son cosas buenas, el Señor les dará su crecimiento, afirmó.
Señaló que puede ver un ejemplo en la vida de tantos y tantos santos fundadores que sufrieron mucho para dar inicio a una pequeña obra, pero que ahora ha fructificado en cientos o miles de sacerdotes, de religiosas, de seminarios, de casas religiosas o conventos; cientos de escuelas, hospitales, orfanatorios o asilos de ancianos.
Recordó que el domingo pasado se escuchó la primera parábola de Jesús, tomada del capítulo 13 de san Mateo. Ayer continuamos con otras tres parábolas que aparecen en el mismo capítulo: “La Cizaña mezclada con el trigo”, “La Semilla de mostaza” y “La Levadura en la masa”. Igualmente, las tres parábolas le sirven a Jesús para explicar la realidad del Reino de los cielos.
Indicó que la parábola de la cizaña es la más importante, porque al igual que la del sembrador, los discípulos le piden a Jesús que se las explique en privado, por eso se tiene la certera explicación de los labios del mismo Cristo del significado de esta parábola.
“Se trata de un hombre que mandó sembrar trigo en su campo, pero que luego, cuando creció el trigo, sus trabajadores vinieron a reportarle que junto con el trigo estaba saliendo la cizaña, y ellos se preguntaban de dónde venía ésta. Entonces el dueño les contestó que un enemigo suyo la había venido a sembrar”, expresó.
Agregó que: “El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre, el campo es el mundo, la buena semilla son los ciudadanos del Reino, la cizaña son los partidarios del maligno, el enemigo que la siembra es el diablo, el tiempo de la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles” (Mt 13, 37-39).
Resaltó que la primera lección que se recoge es que el mal no procede de Dios, sino de su enemigo el diablo. “Dios tolera el mal para bien de todos, aunque a veces nos sea difícil entenderlo. Dios a todos nos creó buenos y para el bien, y cada uno es responsable de sus propios actos, sin poder culpar a nadie de sus errores y pecados. Sin embargo, cada quien decide lo qué es, si trigo o cizaña”.
Recordó que, de hecho, los trabajadores del hombre de la parábola se ofrecen para ir a arrancar la cizaña, pero el dueño les dice que no, porque podrían llevarse de encuentro al trigo. “Cuando la violencia del crimen organizado estaba muy fuerte en el norte de México, en una ocasión me tocó escuchar que una joven platicaba con un amigo y le decía que iba a la Ciudad de México a la boda de una pareja de Monterrey, pero que se casaban allá por la inseguridad que reinaba Monterrey. Entonces ella comentó: “Ojalá que ya maten a todos los malos y que quedemos solamente los buenos”.
Texto y foto: Darwin Ail