El arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, exhortó a los fieles a que pidan por ellos para que sean incansables en la entrega al Pueblo de Dios, para que nos olvidemos un poco, cuando sea necesario, de nuestros deseos, proyectos personales y derechos, por más buenos que sean estos.
“Lo mismo hemos de pedir para nuestros gobernantes y todos los servidores públicos, para que atiendan, tanto a la gente, al pequeño grupo, así como a toda persona, con el respeto que merece su dignidad humana, como lo haría el mejor de los comerciantes que trata de ganarse a la clientela”, aseguró.
Aunque, agregó, agradecemos y confiamos en el regalo que el Señor nos promete de darnos pastores, “la Iglesia no puede dejar jamás de rogar al dueño de la mies que envíe obreros a sus campos (cfr. Mt 9, 38) ni de dirigir a las nuevas generaciones una nítida y valiente propuesta vocacional, ayudándoles a discernir la verdad de la llamada de Dios para que respondan a ella con generosidad; ni puede dejar de dedicar un cuidado especial a la formación de los candidatos al presbiterado” (PDV n. 2).
“Colaboremos para que haya muchos jóvenes respondiendo al llamado del Señor al sacerdocio, para que nuestro Seminario de Yucatán cuente con los medios espirituales, materiales, académicos y de toda especie, para la mejor formación de nuestros futuros sacerdotes. En nuestro seminario actualmente hay muy pocos alumnos y necesitamos llenarlo, porque las necesidades pastorales se han multiplicado sobremanera en los últimos años, especialmente con el crecimiento de Mérida y de otras poblaciones”.
Señaló que el domingo pasado escucharon en el santo evangelio según san Marcos, cómo Jesús envió a los doce apóstoles a su primera misión.
“Hoy tenemos la continuación del relato en el momento en que los apóstoles regresan de su misión y le quieren contar a Jesús cómo les fue, pero hay tanta gente a su alrededor que no le dejan tiempo ni para comer. Entonces Jesús invita a los doce a ir a un lugar apartado para que descansen”, agregó.
Detalló que Jesús es el buen Pastor que no piensa en sí mismo, pues él también necesitaba comer y reposar; sin embargo, piensa más bien en el descanso de sus apóstoles y en el tiempo que necesitan de privacidad para compartirle su experiencia misionera.
“Sin despreciar a la multitud, Jesús quiere dedicar tiempo a su pequeño grupo de donde saldrán las columnas de la Iglesia, pues, así como en la construcción de un edificio hay que apuntalar muy bien los cimientos y las columnas, lo mismo es en la Iglesia, en razón de las multitudes a las cuales luego los apóstoles deberán servir”, precisó.
Agregó que es la misma razón por la que hoy y siempre el obispo debe dedicar un tiempo particular a sus sacerdotes, diáconos, seminaristas y religiosas, porque luego ellos a su vez atienden a las multitudes. “Al igual que Jesús, nosotros hemos de aprender a dedicarnos a todos, pero de la misma manera aprender a sacar un espacio para el pequeño grupo, así como para la persona individual. De igual modo, cada quien debe ver cómo aplicar esta enseñanza dentro de su familia, de su trabajo, de la escuela, de toda sociedad y de toda la humanidad”.
Texto: Darwin Ail
Foto: Cortesía