A mis amigos

Por: Roberto A. Dorantes Sáenz 

 

A mis amigos van estas letras, a pesar de que no convivimos a diario sé que tengo verdaderos amigos, las siguientes letras son reflexiones que nos llevan al verdadero sentido de la amistad.

La amistad es una virtud que debemos valorar, la amistad sincera implica la generosidad, sinceridad, disponibilidad, fidelidad, comprensión, confianza mutua, honestidad, entrega, compromiso, servicio y respeto, dando siempre lo mejor de uno mismo, virtudes todas muy importantes y necesarias para la vida de cada persona.

Los falsos amigos siempre buscan su beneficio sin importar las demás personas,  porque una buena amistad lleva a ambas partes a ayudarse a crecer, enriquecerse, ser mejores, desarrollar todas sus potencialidades y superarse en la vivencia de la virtud.

Porque para poder tener buenos amigos primero hay que ser buen amigo, es decir, darse a los demás, siendo sincero, respetuoso y generoso. Es una condición para formar la amistad. Aceptar al amigo como es y no como deseamos que fuera. Apreciarlo con sus virtudes y sus defectos, ayudándole a superar sus defectos y acrecentar sus virtudes. Ser fiel con el amigo, aunque todos lo abandonen. Ser leal y no hablar a sus espaldas. Luchar cada día por mantener y acrecentar la amistad.

Aristóteles tenía un alto concepto de la amistad, tanto, que la consideraba una de las necesidades más importantes de la vida.

Creía que un amigo se necesita más en épocas de riqueza que de pobreza, porque es imposible disfrutar de los bienes si no se los pueden compartir con quienes se aman, que a su vez son las personas más indicadas para ayudarnos a mantenerlos y a administrarlos.

También en la adversidad la amistad es un consuelo y una ayuda; cuando necesitamos un consejo que nos libere de cometer errores o cuando en la ancianidad las fuerzas nos abandonan.

Aristóteles consideraba a la amistad casi como una virtud pero reconocía que el amor es un sentimiento innato en el hombre que también existe en los animales.

En los viajes largos es cuando se puede apreciar con mayor claridad el amor que siente el hombre hacia sus semejantes, sentimiento que aleja la discordia y hace innecesaria a la justicia. Los verdaderos amigos tienen que albergar sentimientos de benevolencia recíprocos y ser personas virtuosas porque la virtud es algo sólido y duradero. Podrán tener confianza mutua, no desear hacerse daño y no acceder a la tentación de la calumnia.

Esta es la amistad verdadera.Los buenos amigos de esta clase también son útiles entre ellos y se agradan mutuamente, pero una amistad así es poco frecuente y lleva mucho tiempo lograrla.

La amistad tiene distinta forma y calidad cuando sirve al cumplimiento de algún objetivo. Querer a un amigo por interés o por placer es desear únicamente el bien personal y este tipo de relación es transitoria porque termina cuando dejan de ser útiles o placenteras.

Es igual al amor de pareja, los jóvenes se sienten atraídos hacia la pasión y el placer y caen de inmediato subyugados por ese sentimiento, pero así también cesan rápidamente de amar, porque esa es la forma en que se entiende el amor a esa edad.

Elegimos a nuestros amigos porque preferimos una forma de ser moral y porque tenemos la misma intención, que es la de hacerle el bien al otro y compartir cosas en común. Aristóteles dice que no es posible tener muchos amigos de esta clase, igual que cuando amamos a una pareja tampoco se puede amar a muchas parejas a la vez; pero sí se pueden tener muchos

La gran virtud de los amigos verdaderos es amarse mutuamente, la gran necesidad es que exista una relación de semejanza e igualdad entre ellos. La amistad por interés surge por contraste, precisamente para compensarse mutuamente lo que les hace falta.

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