Ángel Canul Escalante
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En una de sus conferencias, la psicoanalista Silvia Bleichmar señala el enfado sentido por la clase media cuando una persona pobre suele cruzarse por su camino.
Bleichmar reitera que se trata en realidad de un miedo ante la cercanía realmente existente entre ambas clases, en donde los más ostentosos preferirían ocultar bajo la alfombra a quienes menos tienen. ¿De dónde proviene ese sentir? Bleichmar responde que se trata de una imposibilidad de ver al otro como semejante y al no reconocerlo como tal, se percibe como inferior y alguien con quien no se tiene ninguna responsabilidad.
Esa clase media es incapaz de aceptar que basta un par de eventos desafortunados para que también se encuentre en la situación del desposeído, de ahí que resulte deseable invisibilizar a los excluidos.
Quizá esto explica con certeza el odio latente en todos esos comentarios que buscan denostar los programas de asistencia social con los que el gobierno intenta brindar de una mínima oportunidad a la clase baja para que salga de su condición de pobreza.
En palabras de Bleichmar: “Lo que corresponde como una tarea del Estado que es asistir a aquellos que están en situaciones precarias, es vivido como una tarea de caridad a costa de los bolsillos de los pudientes. Por lo cual, a la infamia de tener que asistir a los seres humanos que están reducidos a su bio-supervivencia, se agrega la infamia de considerar que eso es un acto de caridad y no una responsabilidad colectiva por lo que nos compete”.