La importancia de saber reconstruirnos

Mi último post surgió como una respuesta automática a lo que nos tocó vivir después del temblor. No había podido escribir posteriormente a los temblores. No había podido escribir, lo que implica escribirme, después de las sacudidas de septiembre. Viendo hacia atrás, solo puedo pensar en lo que se requiere para reconstruirse. Han pasado casi 90 días y el recuento de los daños continúa acumulándose; pareciera que comienza a olvidarse o a perderse lo que vivimos después del temblor. Pero considero que los efectos no cesan de escribirse en nuestra memoria y en nuestra historia.

Siempre quise estudiar psicoanálisis y llevo un rato haciéndolo, por lo que ahora, entre otras cosas, me dedico a escuchar y acompañar el dolor de la gente en el consultorio. Si después del 19 de septiembre de lo único que se hablaba era del temblor, en un consultorio de psicoanálisis ¡más! Y qué bueno, afortunadamente la gente pudo hablar, buscó espacios para elaborar lo vivido y comenzar a escucharse. Surgió una pregunta medular: ¿Cómo reconstruirnos desde el dolor? La complejidad de procesar un evento así radica en la dificultad de dejar ir, de sabernos vulnerables y de lidiar con las pérdidas. Sin duda requerimos pedir ayuda, de cualquier tipo, para reconstruirnos.

El prefijo RE intensifica y refuerza el significado de una palabra. Pero también nos habla de la repetición, de ir hacia atrás. Es un prefijo que da cuenta de haber pasado por un lugar y hacerlo de nuevo. La reconstrucción no significa volver a construir lo mismo. La reconstrucción es una posibilidad de retomar algunos proyectos, resarcir daños y recuperar algunas otras cosas. La reconstrucción implica, también, dar lugar a la pérdida, saber que eso que hubo no podrá volver a ser. Es dar un lugar y un reconocimiento al vacío que se formó después de dos temblores que sacudieron varias ciudades.

Leí hace poco sobre la decisión de expropiar y volver el terreno de Álvaro Obregón 286, esa dirección que de ahora en adelante resonará de manera diferente para los habitantes de la CDMX, un memorial del 19 de septiembre de 2017. Me parece reparador y necesario dar lugar a la pérdida construyendo en ese vacío que ha quedado y reconociendo la importancia de un memorial.

La gente comenzó —y continúa haciéndolo— a compartir historias y cuentos para poder repasar y reflexionar con los niños, y con nosotros mismos, lo que ha pasado. Cuentos escritos en Chile o creados en México, cuentos que se repiten y que se cuentan a diario, y es que, aunque sea el mismo texto, en cada leída, en cada repasada, cada vez que es contado va a significar algo diferente. La apuesta está ahí, en esa diferencia que aparece en la repetición; en la posibilidad de reconstruir, resignificar y reparar en cada vuelta, en cada repetición.

Necesitamos contarnos las historias y escucharnos, para tejer con esas palabras una red que nos sostenga y nos permita repetirnos para reconstruirnos.

Es muy importante que en un proceso de reconstrucción demos cuenta de las grietas personales, que evaluemos nuestra “estructura” personal y tomemos el tiempo para repararnos, para reconstruirnos. Hay una palabra que se toma del prefijo RE para intensificarse y que después de un temblor toma relevancia: RE-Sanar. Reconstruirnos implica un proceso de re-sanado, no se trata solamente de resanar las paredes con yeso: nuestros cuerpos, mentes, ideas, sueños y sentimientos también necesitan resanarse. La reconstrucción aparece como una oportunidad de replanteamiento y resanado (huffingtonpost.com.mx).

Por Jonathan Silva*

@Johnypsique

* Psicoanalista. Me dedico a escuchar gente, me encanta comer

 

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