Por Santiago Pell
Los grandes jugadores de cualquier tipo de deporte se distinguen por tener un peso en los equipos y clubes a los que pertenecen. Hablando en específico del fútbol, muchas veces ser el mejor no basta, al jugador no le alcanzan en la cancha tantos elogios que le hacen, no le es suficiente tener una zurda privilegiada, que sus compañeros de equipo traten de anotar en el arco no es suficiente para cambiar el marcador.
Ser el referente de uno de los clubes más grandes del mundo no es nada sencillo, y ser el símbolo del “hoy por hoy” de un país con gran historia futbolera, tampoco lo es. Tener el #10 en la espalda y que te llamen “D10S” es una gran carga, pero de eso de eso se hacen los grandes jugadores, de cargas, de levantar a tu equipo y echártelo al hombro cuando está en los peores momentos, no sirve de nada tener un dorsal magnífico y el gafete de capitán si no les haces referencia y actúas como tal.
Al mejor jugador del mundo no le alcanza el ser muy bueno. Cuando sabes que eres el que puede lograr hacer la diferencia en el marcador, debes de hacerlo o mínimo intentarlo hasta no poder más. Que si tu posición no es de defensa, pues haces de defensa, que si tienes que andar corriendo por toda la cancha en vez de esperar a que te la den, pues corres y no paras, no te detienes hasta dar tu máximo. Su club y selección lo han necesitado este año y varios atrás, y Messi no logra o siquiera hace un buen esfuerzo por ser el líder que debería ser, al mejor jugador del mundo no le basta serlo.
