Ángel Canul Escalante
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Desde hace unas cuantas semanas en redes sociales, principalmente en Tiktok, se ha hecho viral una serie de videos realizados por los usuarios donde comparten las expectativas iniciales con las que comenzaron sus estudios universitarios.
En la primera parte del video se muestran fotos proyectadas hacia el éxito laboral, económico y social que según será alcanzado una vez que se ejerza la profesión. La segunda parte muestra el resultado tras haber acabado la carrera, a sabiendas, una situación laboral precaria donde la mayoría de profesionales no están ejerciendo, sino que por el contrario se hayan en un empleo deplorable junto con la salud mental en declive.
El trend se llamó “Rosa pastel” debido a una canción que habla sobre un fracaso amoroso, sin embargo, en el contexto se alude a la desilusión en el que terminaron los sueños de aquellos universitarios, en ese aparente fracaso en el que la persona del presente se halla y no reconoce al de aquellas expectativas y anhelos.
Así, lo que muchos han calificado como la tendencia más triste que se ha visto en redes no es si no el reflejo de unas de las tantas formas que pone en evidencia el fracaso del sistema neoliberal.
Si bien el fenómeno puede ser analizado desde su raíz meritocrática lo cierto es que de esta forma no se alcanza entender todos los matices y la razón por la cual tantos jóvenes se han visto privados de la posibilidad de tener un futuro.
Lo que en esta tendencia no se ha discutido en profundidad es la nula propuesta de organización o protesta que lógicamente sería el resultado de tanto descontento y malestar, más bien cada uno expone su situación individual y se deprime.
No hay ningún llamado a la revolución para cambiar el actual régimen de desigualdades e injusticias sino únicamente el sujeto pasivo y consumidor de contenido digital se limita a compartir y a reaccionar.
Así, la interiorización del eslogan “No hay alternativa” pronunciado por Margaret Thatcher se hace patente, pues en la tendencia no se refleja algo más que la resignación aislada de cada uno consigo mismo y con el sistema. Las palabras de la canción que se oye en el video y reza “
Todo acabo, no queda más”, afirma la sentencia que no es posible alternativa alguna al modelo económico vigente. La sensación generalizada de que no existe vía distinta al capitalismo salvaje es uno de los fines principales que el neoliberalismo buscó instaurar desde sus inicios. Es un realismo capitalista que nos ha trastornado el alma. En efecto, vemos consumado un cambio sustancial en la forma en la que entendemos el mundo y a nosotros mismos. Nos responsabilizamos y nos avergonzamos de un fracaso que es entendido como personal y no como un fallo estructural propio e intrínseco del capitalismo. Esta forma de violencia consigo mismo no es casualidad pues tal como también afirmó Thatcher: “La economía es el método.
El objetivo es cambiar el corazón y el alma”. Nos hallamos ante las promesas rotas de un modelo que prometía prosperidad y del cual ahora solo recibimos los residuos ideológicos y económicos.
Mientras no escapemos de esa realidad que nos individualiza y nos aísla no será posible vislumbrar que no se trata de casos específicos sino de una constante. A partir de esa evidencia podremos construir una nueva realidad colectiva que dignifique y recobre el valor de nuestra existencia.