Reflexiones de los porqués

Recuerdo perfecto la tarde en la que estaba escribiendo en un café en El Cairo. Veía en la televisión la celebración de la elección del presidente, observaba a todos (hombres) celebrando, mientras yo tranquilamente tomaba un té. Leía una investigación, que me parecía interesantísima, de ataques terroristas ocurridos en 1997 en un camión con ciudadanos chinos que viajaban rumbo a las pirámides de Luxor y que, lamentablemente, fue el objetivo de un ataque terrorista en el cual estallaron dos bombas y que mató a todas las personas a bordo del camión.

Pero lo que me parecía sorprendente fue que la persona que había escrito el artículo -la doctora Heba Aziz y a quien después entrevisté en persona- fue a conocer las razones del porqué habían decidido atacar este autobús, las causas a profundidad, que pocas veces los sistemas quieren investigar, porque los de abajo siempre son los que pagan y además se castigan.

Reconoció en su investigación que las personas que habitaban en las afueras de Luxor viven en condiciones paupérrimas, alejados por completo de cualquier pizca de desarrollo que tienen los grandes resorts turísticos, de los lujos, y la posibilidad de escapar.

Estas personas no sólo viven en condiciones de pobreza, sino que también viven aferrados  a una religión que les sirve de salvavidas (situación que se repite en muchos lados del planeta), y por la cual las mujeres, casi el cien por ciento, sufrió mutilación de sus genitales.

Y gracias a que la religión es lo único que les sirve de refugio, tomaban con muchísima seriedad todo lo que afirma el Corán o lo que creían que decía. Por eso mismo, el que los turistas tuvieran tanta libertad de vestirse e ir al mar en bikinis, con shorts o que pudieran emborracharse, por ejemplo, les generaba una enorme sorpresa.

Esa polarización, acentuada por las propias carencias de la localidad, y la absoluta indiferencia de los dueños de los resorts (seguramente extranjeros) para incluir de cierta manera a los locales y mejorar la calidad de vida, logran que el resentimiento se acentúe. Así, las prácticas religiosas extremas hacen de esta situación una bomba de tiempo.

Todo esto me lo explicó de manera increíblemente puntal la doctora Heba, profesora de la universidad de Omán.

Llegábamos a la conclusión que era una situación de tiempo para que quizás otras comunidades explotaran de esta misma manera.

Con la alerta de que no sea así, miremos siempre en donde vacacionamos si sentimos que la comunidad colabora (no solo trabaja) si no que verdaderamente se siente que sean parte de la actividad turística.

Por Silvia Carrillo Jiménez *

silvia.carrilojimenez@gmail.com

* Jefa del departamento de Fomento Turístico de Valladolid y maestra en Desarrollo Sustentable y Turismo.

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