El salario mínimo y la informalidad

Justo a mitad de una nueva ronda de negociación para actualizar el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México, la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami) del último país mencionado acordó que la paga diaria a un trabajador debe verse incrementada en 8.36 pesos por jornada, lo cual implica un alza de 10% si la referencia son los 80.04 pesos pagados actualmente.

Aunque en la actualidad resulta poco habitual observar incrementos tan amplios en materia salarial, la cifra de 10% debe ser vista no solo como una mejora que está por encima de la inflación mexicana (se espera que sea del 6-7% en 2017 y 2018), sino desde la óptica de un mercado laboral mexicano precario e informal.

El primer elemento para entender un salario de 88 pesos por día es la duración de la jornada laboral, la cual en promedio para el caso mexicano es de 9.5 horas por día, usando como fuente a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Un salario de 88 pesos diarios nos da una paga de 9.26 pesos por hora, teniendo como implicación que el salario mínimo en México para 2017 será de aproximadamente 50 centavos de dólar por hora, lo cual es insignificante si se le contrasta con sus socios comerciales en la región, ya que Estados Unidos y Canadá pagan aproximadamente 8 dólares por hora en promedio.

En este punto es razonable pensar que un trabajador con un salario promedio de 50 centavos de dólar por hora sea mucho más propenso a consumir en el mercado informal de la economía, ya que justo ahí puede evitar el pago de impuestos o encontrar mercancías para su subsistencia a un precio menor que en el sector formal.

Ese mismo salario bajo genera incentivos para mantener la existencia de un mercado informal, el cual es proveedor de bienes para los trabajadores con ingresos reducidos. La paradoja es que ese mismo mercado informal es generador de empleo con un ingreso superior a la formalidad, tal como se puede apreciar en el estudio realizado por la Dra. María Elena Cardero en la UNAM, llamado “Empleo y empleo informal de hombres y mujeres”, en el que se revela que, un trabajador informal puede ganar por hora un salario que va de los 14 hasta los 28 pesos.

Si suponemos que un trabajador formal e informal trabajan 8 horas al día, el formal estaría ganando 10 pesos por hora, contra los 14 pesos del informal, lo cual al final del día significa un salario informal de 112 pesos, contra los 88 del ofrecido en la formalidad, en caso de tomar la referencia más baja.

Si el salario es de 28 pesos por hora, la brecha se abre de 88 pesos del trabajador formal contra 224 pesos del informal por día.

El escenario planteado hasta el momento sigue siendo un factor determinante para no poder abatir la informalidad en la economía mexicana, ya que el elemento de mayor peso que permite acercarse a la legalidad laboral es un ingreso adecuado que vuelva atractivo emplearse en la formalidad.

Para un trabajador lo más importante siempre será el ingreso, ya que sin importar si se está en la formalidad o informalidad, ambos grupos pueden acceder al mismo sistema sanitario, de transporte o escolar, por lo que el único incentivo para dejar de ser informal es el salario. Entre más alto, mejor.

El ciudadano promedio percibe que no importa estar en la legalidad o ilegalidad laboral, ya que, a pesar de eso, puede recibir el mismo bien público, aunque con la ligera esperanza para los informales de acceder a algunos bienes privados con el paso del tiempo, dado que su ingreso es mayor que el salario mínimo de los formales.

Al final del día, el salario es un ingreso que debe permitir una vida digna a cualquier individuo, el cual al ser gravado por el Estado, permite el acceso a bienes públicos de calidad, ya que el mismo Estado regresa ese dinero en forma de escuelas, carreteras u hospitales.

El salario mexicano y los posibles beneficios que puede generar aún se encuentran lejos si se le compara con los ingresos observados en Estados Unidos o Canadá. Ese mismo salario debe también romper una dinámica de informalidad laboral, la cual, de no hacerse, seguirá profundizando un sistema económico en el cual es mejor ser ilegal que legal.

Edmar Ariel Lezama.

Profesor en la Facultad de Economía de la UNAM a nivel licenciatura y posgrado en materias como matemáticas y teoría económica.

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