¿Tiene usted algún vecino difícil?

Entre las cosas comunes que observamos o afrontamos todos los días están los vecinos difíciles, ¿le ha tocado a usted alguno? Son retos a nuestro sentido común, a nuestra paciencia y tolerancia, y hasta nos hacen plantearnos la pregunta de si no estaremos viviendo en el fraccionamiento o la colonia equivocados. Pero como no podemos, o no tenemos por qué, vender nuestra casa y comprar otra para cambiarnos, hay que buscar la forma más inteligente posible de lidiar con ese tipo de personas que ven con mucha facilidad la paja en el ojo ajeno, pero ni a latigazos ven la viga en el propio.

Por ejemplo, un vecino observa que una plantita ha brotado en un pequeño espacio de tierra junto a su acera, y la deja vivir y la riega; resulta que es una planta de kanlol, que al cabo de un tiempo ha crecido lo suficiente para convertirse en una máquina de hacer flores. El vecino de la plantita está convencido de que, como dicen una y otra vez en los discursos oficiales, a la ciudad le hacen falta árboles, hay que reforestar nuestros vecindarios y cuidar las plantas, que nos aportan diversos y valiosos beneficios.

Pero resulta que al vecino de junto no le gustan las plantas, a pesar de que es joven –la defensa del medio ambiente es algo que se ha popularizado recientemente– y de que tiene una pequeña niña que seguramente escucha en la primaria los mensajes medioambientalistas e incluso hace tareas y cumple actividades relacionadas con el fomento a la conciencia ecológica. Así que sin aviso ni intento de diálogo el vecino “mataárboles” desgaja la mitad del pequeño árbol y arroja las ramas en la acera del vecino “culpable” de dejar crecer la planta.

Hay muchas malas conductas de vecinos difíciles. Está por ejemplo el que realiza con frecuencia fiestas con amigos y parientes que se extienden hasta altas horas de la noche con música a todo volumen.

A algunos se les ocurre decir que los malos vecinos son personas que vienen de otras partes del país, pero eso no es cierto, o por lo menos es sólo parcialmente cierto. Los yucatecos somos tan buenos como el que más para dar problemas e incluir la intolerancia y la ignorancia en nuestra vida.

¿Y qué se puede hacer ante este tipo de personas difíciles? Hay quienes van a decir que es necesario ponerlas en su lugar, pero si eso significa violencia verbal o, peor aún, física, estaría uno poniendo en riesgo la convivencia, y haciéndose a sí mismo la vida más difícil de lo que ya es.

La paciencia y la tolerancia son, al menos en primera y segunda instancias, los mejores caminos para reaccionar ante ese tipo de situaciones. Puede que esas actitudes sean suficientes para que el vecino difícil entre gradualmente en razón y modifique su actitud.

Claro que también es poco probable que una persona agresiva e intolerante cambie su actitud de pronto, así que no hay que bajar la guardia ante posibles agresiones, ni descartar que sea necesario recurrir a la autoridad para que ponga orden y dé a cada quien lo que en justicia le corresponde.

Lo que es totalmente desaconsejable es responder a las agresiones con otras agresiones. Eso solamente vendría a empeorar las cosas. La vida, y esto incluye a los vecinos difíciles, no es fácil y requiere inteligencia.

 

Por Gínder Peraza Kumán

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