Café moncho rumbo a su aniversario 60

Después de trabajar varios años en el ya desaparecido Restaurante La Balsa, animado por la propia clientela, don Ramón Valadez Estrella decidió probar suerte y decidió independizarse para fundar desde 1960 el ya tradicional Café Moncho, ubicado en el Bazar García Rejón.

Son ya 58 años de historia de este emblemático lugar, sitio de reunión de políticos, aspirantes a políticos y de muchos jóvenes estudiantes que para no llegar a sus casas y tener que regresar a la escuela o al trabajo, pasan a este lugar a degustar un sabroso sándwich Súper Moncho, la especialidad de la casa.

Acerca de la manera en la que se le ocurrió al ya fallecido Don Ramón crear esta especialidad, su hijo Alberto, que junto con su hermano Mario, quien se encarga del turno vespertino, relató a Punto Medio que en una ocasión llegó un cliente que pidió que a su torta de jamón y queso se le surtiera con todo lo que fuera posible, y Moncho, le metió a una barra pierna horneada , huevo estrellado y demás aderezos que a la fecha siguen acompañando a este que es el platillo más pedido, además de los huevos motuleños y el pan de cazón.

-Desde entonces compramos el pan francés en la panadería La Vieja, nada más que en ese entonces de una barra salían tres tortas y ahora apenas da para uno– comentó el entrevistado, quien explicó que con los cambios de precios han desaparecido muchos de los productos que se ocupaban para elaborar el Súper Moncho Especia, como el queso Excélsior que llegaba en cajas de madera o el jamón, que en esa época el de cualquier marca era exquisito.

Lamentablemente, todos los insumos que se utilizan han bajado su calidad, es algo generalizado, pero eso no afecta el sabor que tiene la Súper Moncho, que acompañada de sus papitas fritas y una Coca Cola bien helada es una delicia.

Otro de los productos que se ofrece desde la fundación del restaurante, que en sus inicios ocupó un local al fondo de los pasillos del Bazar, donde se mantuvo más de 30 años, es el lavin, un yogurt natural elaborado de auténtica leche de vaca, que pareciera leche cortada, pero que sufre tal transformación durante su elaboración, que es muy bueno para reestablecer la flora intestinal; mientras que los consentidos de los chiquillos y los no tanto son y serán la crema de coco, el flan de vainilla y el napolitano, que se elaboran en este lugar con la misma receta que utilizaba su fundador en los sesentas.

Y si hay algo de lo que se enorgullecen los propietarios de este emblemático lugar es el café, que ellos mismos reciben en granos verdes de Chiapas y que se encargan de moler para ofrecerlo al público inclusive por kilos. Y si se quiere degustar en el lugar acompañado de una grata compañía y una amena platica, se ofrece en dos tamaños, la taza pequeña conocida de manera popular como greca o en una más grande que se ofrecen a 7 y 14 pesos respectivamente.

Algo que no se podrá ver en ningún otro café es la enorme olla de triple fondo, con capacidad para 60 litros, y que fue elaborada a pedido especial de Don Moncho por la familia Park, y que data del año de 1966.

-Mi papá se encontró con el problema de que no había olla por buena que fuera que le aguantara el calor por más de seis meses, ya que terminaba rompiéndose en el fondo, y entonces mandó a hacer tres de estas, de las cuales dos han quedado guardadas como un recuerdo y solo usamos esta que cuenta con sus llaves para agua, café y leche– explicó.
Pero si hay algo que caracteriza al Café Moncho, es la amabilidad de su personal, que queda bien representada por Miguel Ángel Caamal Chávez, quien lleva 38 años laborando en el sitio, por lo que es considerado ya parte de la imagen del lugar.

-Antes tuvimos a otro mesero que también estuvo más de 30 años en servicio, don Baltazar Loeza Koyoc, quien se jubiló hace unos años, y a quien podemos ver en esta foto que se tomó a fines de los setentas, en la que estamos con mi papá y mis hermanos, que todos trabajábamos acá– dijo don Alberto con melancolía, mientras toma entre sus manos la imagen en la que aparecen además de Miguelito, sus hermanos Pepe, Mario, que es el encargado del turno de la tarde; su hermano Gabriel, su padre, su hermano Ramón, él, Don Baltazar y el más pequeño de los hermanos Valadez, Miguel Antonio, ya fallecido.

-A tantos años, no hay nada más que agradecer al público su preferencia y el aprecio que sienten por nosotros, especialmente por Miguel, que es quien está en contacto diario con la gente que tiene como costumbre venir a platicar con sus amigos y a tomarse un café en Moncho. Si Dios quiere, aunque sea en silla de ruedas pero acá estaremos, esperemos que por muchos años– concluyó don Alberto.

Texto y fotos: Manuel Pool Moguel

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.