Día negro para Trump: se complica su juicio político

El presidente estadunidense ataca en Twitter a la embajadora Marie Yovanovitch mientras esta relata ante el Congreso cómo se sintió amenazada por él. 

El ala oeste de la Casa Blanca, Veep, House of Cards. Las series televisivas sobre los entresijos del poder en Washington constituyen un socorrido abanico de espejos de ficción sobre los que reflejar los diferentes momentos políticos que atraviesa el país. Pero, desde que comenzó hace casi ya dos meses el proceso de destitución al presidente Donald Trump, todo en Washington remite a otra serie, de intrigas geopolíticas, diplomáticos, espías e intereses turbios: Homeland. Y en el guion que escriben los demócratas, el papel de Carrie Mathison, salvando las evidentes distancias, corresponde a la exembajadora Marie Yovanovitch. Honrada, noble, patriota, de valía incontestada, pero inevitable víctima de los intereses espurios.

La exembajadora testificó ayer ante los congresistas que investigan el juicio político de Trump, durante más de seis horas, en la segunda jornada de estas históricas audiencias públicas. Para los demócratas, Yovanovitch es una valiosa pieza en el puzle que tratan de armar ante los ojos de los votantes. El de un presidente que abusó de su poder persiguiendo su propio beneficio político personal, y no los intereses de los estadounidenses. En ese relato, la embajadora permite a los demócratas trascender las abstracciones y ofrecer algo de carne y hueso: una auténtica víctima del supuesto compló.

Yovanovitch ya había contado todo en su testimonio a puerta cerrada, y los medios ya lo habían recogido en las transcripciones. Por eso ayer el objetivo era servir a los millones de espectadores una ración de empatía. Un rostro capaz de convertir esta compleja historia de geopolítica en algo personal y cercano. Trump les echó un cable, que el astuto Adam Schiff, maestro de ceremonias en calidad de presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara, no desaprovechó. En medio del interrogatorio de los demócratas, el presidente sucumbió a su fiebre tuitera.

—Mientras hablamos el presidente la está criticando en Twitter. Permítame que se lo lea: “Cada lugar al que ha ido Marie Yovanovitch ha acabado mal…”. ¿Qué opina? —preguntó Schiff.

—Se puede demostrar que yo y otros hemos mejorado las cosas para Estados Unidos, así como para los países donde hemos servido. —respondió la diplomática, con 33 años de experiencia en siete destinos que incluyen, además de Ucrania, Somalia y Moscú.

Entonces Schiff le preguntó si los esfuerzos de Trump están diseñados para intimidarla, sobre lo que Yovanovitch preferió no especular, pero reconoció que sus palabras tenían ese efecto en ella. “Algunos de nosotros aquí nos tomamos muy, muy en serio la intimidación de testigos”, concluyóSchiff, añadió, ante las cámaras, un potencial delito nuevo sobre el que construir la destitución de Trump.

La exembajadora volvió a contar, esta vez en directo para todo el país, la supuesta campaña de desprestigio que acabó con su sólida carrera diplomática. Un relato, corroborado por otros testigos, de cómo Rudy Giuliani, abogado personal del presidente Trump, trabajó mano a mano con un fiscal ucranio corrupto, y acusó a la embajadora de maniobrar contra el presidente cuando, en realidad, lo que querían era deshacerse de ella porque la veían como un obstáculo en su objetivo de presionar al Gobierno ucranio para obtener trapos sucios sobre los rivales demócratas de Trump y, en particular, sobre las actividades en Ucrania del hijo del precandidato demócrata a la Casa Blanca Joe Biden. Yovanovitch explicó por qué es importante para EU combatir la corrupción en Ucrania y por qué esa fue su prioridad como embajadora. “No todos los ucranios abrazaron nuestros esfuerzos anticorrupción”, advirtió.

Los demócratas buscaban un testimonio que conmoviera al público. El de una prestigiosa profesional que ha servido a seis presidentes, exponiendo con crudeza cómo Trump estaba dispuesto a todo para obtener beneficios políticos personales. Y ese testimonio poderoso es el que Yovanovitch les ha aportado.

Texto e infografía: Agencias/ EFE

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