El maquech: Mítico y mágico embajador yucateco por el Mundo

Hasta Elizabeth Taylor portó a uno de estos animalitos conocidos como “Makech” en su vestido durante una gala y lo hizo famoso. Este escarabajo, (Zopherus chilensis) que no es exclusivo de Yucatán, ya que existe desde el sur de Estados Unidos y hasta el norte de Venezuela, a finales del Siglo XIX era traído por los habitantes de Huhi, quienes lo traían del monte, hasta que a alguien se le ocurrió aprovechar que no vuela y que se afirma a la ropa sin mancharla para colocarle unas piedras y venderlo como un recuerdo de Yucatán.

De esto platica el investigador Jesús Valentín Miss Domínguez, quien contrario a lo que la gente piensa en relación a que el animalito que en promedio pesa 7 gramos, no come o come madera, dice que este se alimenta de hongos, y también hace alusión a que en la mencionada población existen alrededor de 27 personas dedicadas a recolectar al insecto en los montes que cada vez se alejan más para poder lograr su cometido. -Estudios realizados en el 2014 indican que tan solo un adornador recolectaba 4 mil maqueches al año. Si tomamos en cuenta que existen cinco, sin duda que hay sobreexplotación, -señala el investigador.

Existen varias historias o leyendas en torno al Maquech, pero Miss Domínguez, quien es Maestro en Manejo de Recursos Naturales Tropicales, Uady, y coordinador de la Zona Oriente del Estado de Yucatán en el programa de Producción Social de la Secretaría de Desarrollo Social, (SEDESOL), hace alusión a la que plasma en un libro de 1933 el maestro Souza Novelo:

La leyenda cuenta que el joven príncipe maya Ek´Kan (Estrella serpiente), en sus andares conoce a una princesa maya llamada Yits Kaan (Rocío del Firmamento). “Un día el príncipe fue a visitar a Yits Kaan al lugar donde ella estaba confinada al servicio de los dioses, pero fue descubierto por la imprudencia de la princesa, que al verlo gritó llena de entusiasmo: Máakech, máakech Ek’kan, a tial in puksik’al yetel in kuxtal (Eres hombre, eres hombre Ek’kan, son tuyos mi corazón y mi vida). Ek’kan, al ser descubierto que pretendía a la princesa, fue perseguido por los vigilantes quienes, de acuerdo a la leyenda nunca dieron con él. Su amada, al enterarse y creer que lo asesinarían, suplicó a la diosa Luna que le salvara la vida. A raíz de esta súplica, el príncipe es convertido en maquech y puesto sobre un hermoso Ya’axche (Ceibo) para ser encontrado únicamente por su amada. Sabiendo que el hechizo no podría ser deshecho, puso al maquech sobre su vestido a la altura de su corazón, amarrado con una hebra de sus largos cabellos y lo llevó ahí cariñosamente preso toda su vida”, narró el entrevistado, quien destaca que cuenta con literatura de 1890 y 1911 en la que se cita al maquech.

Los que llegaban con estos animalitos del monte los vendían en un peso a los habitantes del pueblo, y entre ellos hubo un comerciante, padre de uno de los actuales adornadores, ya de 72 años, a quien se le ocurrió ponerle unas piedras de fantasía: cuatro en la cabeza que simbolizan los puntos cardinales, 12 en el dorso que simbolizan los meses del año y una cadenita que representaba al mundo, y comenzó a ofrecerlo a los turistas que desde esos tiempos ya visitaban Chichen Itzá.   En la actualidad en Huhí hay 5 adornadores de los cuales tres también salen a recolectarlos.

-Eran las épocas del porfiriato, en las que el oro verde estaba en su apogeo, por lo que huno un momento en el que la cadena era de filigrana, y las piedras preciosas, – explica el entrevistado, quien comenta que desde ese entonces la actividad para recolectar al insecto en los montes ha representado importancia para los “maquecheros” de Huhí, quienes en la mayoría de los casos mejoraron sus condiciones de vida, a tal grado que ya en camioneta se trasladan al monte para realizar su trabajo.

-Cada animalito puede alcanzar un precio de entre 80 a 90 pesos en épocas de lluvia, que es cuando más escasea, porque las hembras se entierran para ovopositar ya sea en la tierra o en la corteza de los árboles de “Chimay”, explica el entrevistado quien destaca que la actividad no es sencilla por el hecho que los dedicados a la recolecta deben tener el ojo educado para reconocer los tonos de cafés entre más de 500 árboles de los que suelen habitar los maqueches, para identificar si están arriba o abajo, y si existen las especies de hongos de las que se alimentan los insectos.

-Hay que revisar troncos, cortezas, buscar mordidas en los hongos (Schizophyllum commune), que son de los que suelen alimentarse, pero a la vez cuidarse de la mordedura de una serpiente, de no perderse en el monte o de lidiar con las garrapatas que abundan, – destaca el investigador quien desde hace unos años se ha sumado a los recorridos que realizan los recolectores, en los que no hay más mapa que el que en su mente trazan para llegar a los lugares en los que saben pueden encontrar al insecto, y que por supuesto guardan celosamente para evitar la competencia.

Para evitar dañar el microhabitat en el que viven los maqueches, Miss Domínguez subraya que es importante que no se chapee para que no se pierda la humedad ni quitar la corteza de los árboles donde crecen los hongos que son el alimento de estos míticos insectos.

Y si usted ya adquirió uno de estos animalitos, es importante que tenga en cuenta que de no contar con este hongo el maquech se puede mantener alimentándose con miel y humedeciendo la madera, de tal modo que aunque no se sabe exactamente cuál es su tiempo de vida, el entrevistado asegura que cuenta con ejemplares con ya cuatro años y medio en cautiverio, que se alimentan en promedio cada tres semanas con frutas, y a los cuales inclusive les ayuda a reponer sus sales con unas gotas de bebidas para rehidratar a deportistas.

También se puede optar por salir a buscar los hongos que comen levantando la corteza de arboles de campanita y chacah.

Miss Domínguez concluye que es necesario conocer y realizar estudios poblacionales en las zonas donde se recolecta, principalmente para plantear estrategias de aprovechamiento sustentable que eviten el colapso de su población y la extracción comercial, así como determinar tasas y límites de captura. Además, se requiere caracterizar y analizar las posibles amenazas al hábitat local que puedan generar cambios en la abundancia de la especie y afectar económicamente a las familias que se sustentan de la recolecta.

Texto: Manuel Pool

 

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