Envejecimiento positivo: el arte de saber ganar (Parte 1)

Por María Eugenia Durán

Muchos queremos llegar a la vejez pero pocos queremos ser viejos.

De acuerdo con las Naciones Unidas, se le considera anciano a toda persona mayor de 65 años en los países desarrollados y de 60 en los de vías de desarrollo. En el caso de México, para el 2017, la población estaba conformada aproximadamente por 13 millones de habitantes de la tercera edad y se prevée que en menos de treinta años dicha cifra se duplicará.

Durante muchos años, la concepción de la vejez se asociaba a pérdida de salud, cambios fisiológicos, psicológicos, sociales y emocionales, entre otros.

Sin embargo, llegar a una determinada edad no tiene por qué ser considerado como una fase negativa, ya que con la experiencia podemos ser capaces de hacerle frente a la vida con mayor seguridad en la medida que regulemos nuestras emociones, mantengamos una actitud positiva, participemos en actividades de ocio y realicemos acciones claves relacionadas con mayores momentos de felicidad.

Cuando se habla sobre envejecimiento, el primer enfoque que se conoce y que se ha ido ampliando por más de 40 años es el “envejecimiento saludable”. Dicho paradigma se enfoca en mantener por el mayor tiempo posible las condiciones de salud y el nivel de funcionalidad del individuo con el fin de que puedan participar en la sociedad.

En un estudio realizado en la Universidad de California (Sam and Rose Stain Intitute for Research on Anging) se entrevistó a 500 voluntarios de entre 60 y 98 años de edad, puso en evidencia que la edad y la concepción de la calidad de vida no siempre coincidían. Por el contrario, más allá de la salud, vivir en una cultura donde dejas de ser considerado productivo y se te desvaloriza por ello suele afectar más al individuo, pero hoy en día en algunos países desarrollados el papel que desempeña el adulto mayor, principalmente el abuelo, ya sea por causas económicas o laborales de sus hijos, es primordial en la formación y cuidado de los nietos.

En el 2002, la Organización Mundial de la Salud (OMS), adopta el concepto de “envejecimiento activo”, enfocado a considerar además de la salud, otros factores optimizando tanto al individuo como a los grupos poblacionales para desarrollar su potencial físico, mental, social y que participen de forma activa en la sociedad.

El enfoque actual abarca más allá del envejecimiento saludable y el envejecimiento activo, los nuevos enfoques son el desarrollo secuencial y acumulativo de los anteriores. El envejecimiento positivo es el arte de saber ganar, pues lejos de asociarlo a pérdidas y limitarse a la resolución de problemas, se enfoca en el bienestar subjetivo, entendiendo como tal al grado en que una persona aprecia la totalidad de su vida actual de forma positiva y experimenta afectos placenteros a través de políticas públicas y para ello se requiere de integrarlo a los distintos ámbitos de la sociedad protegiendo su salud funcional.

En el caso de México, en el 2015, ocupó el puesto número 33 de 96 países en el ranking Global de Envejecimiento, el cual es un indicador que analiza cuatro aspectos básicos de nivel de bienestar y que informa sobre la calidad de vida de las personas mayores de un país. El entorno, los ingresos, la buena salud y la competencia fueron evaluados y con ello quedó claro que aunque han habido algunas mejoras aún es posible realizar ciertas acciones para fomentar el envejecimiento positivo y dejar atrás el envejecimiento pasivo, que solo fomentan grandes gastos en medicamentos y atención hospitalaria. (Continuará)

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