La principal

En los años de la Colonia y durante mucho tiempo después de la Independencia, vivir en el Centro Histórico de Mérida significó ser de la clase más alta de todo el estado.

Las grandes construcciones y viviendas eran recinto de los más acaudalados españoles y la clase más alta en la jerarquía social, con los mayores puestos a nivel gubernamental. A estos se les solía llamar como “los blancos”, por su piel más clara que el común denominador indígena.

Por su parte, los nativos y mestizos se fueron acomodando a las afueras de los primeros cuadros de la ciudad, en los llamados barrios. Mientras más lejos estuvieran del centro de Mérida, pertenecían a un menor estrato social.

Sin embargo, con la llegada de la modernidad y el crecimiento de la ciudad, esto fue cambiando notoriamente. Los meridanos se fueron alejando cada vez más del Centro Histórico, el cual se convirtió en un lugar netamente comercial, al cual uno asiste cuando necesita ir a trabajar o efectuar las compras de la semana.

Esto fue ocasionando que las antiguas casas tuvieran dos destinos: o se convertían en negocios o terminaban en el abandono.

O al menos así fue durante mucho tiempo, hasta que un puñado de personas que llegaron de fuera vino al Centro Histórico y lo comenzó a conquistar, aprovechando su poder adquisitivo para comprar las casonas abandonadas y convertirlas en bellas viviendas, regresándolas a su antiguo esplendor.
A este nuevo grupo de pobladores que llegaron del extranjero, también les llamaron “los blancos”, por la tez de su piel.

¿Quién dice que la historia no puede ser cíclica?…

 

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