La tarea humana

Por Mario Barghomz

En su legado de filosofía estoica, el filósofo Marco Aurelio (s. III a.C.) insiste en que la vida humana, nacida de lo Divino (Dios) y depositada en la Naturaleza, ya conlleva en sí misma una tarea asignada y nuestro destino es llevarla a cabo.

El destino del hombre es vivir para morir finalmente, y mientras la muerte no suceda cada uno tiene una tarea que llevar a efecto. Cada tarea humana es un destino, y cada destino es aquello que cada hombre decide por sí mismo para llevar a cabo, bajo el designio divino y el orden cósmico (Logos).

Ninguna vida es ajena a Dios, dice Marco Aurelio, y cada una deberá cumplir una tarea para la que ha nacido. Para Marco Aurelio, el mundo es la sustancia de Dios que rige mediante su providencia. Y como tal, es un Dios perfecto y armónico, providente, una entidad legítima en el ser mismo del hombre y la naturaleza del mundo.

En la filosofía del rey filósofo debemos entender que cada parte integrante del cosmos ha nacido o vive para una función específica; un árbol, un río, una montaña. Así, la naturaleza de una hormiga será ser hormiga hasta que muera, la abeja será abeja y no mariposa, el reptil nunca será pájaro, ni el pez podrá aspirar a nada que no sea inherente a su naturaleza acuática; a menos que cada uno de mis ejemplos, si admitiéramos en mi juicio la fantasía, se encontraran en el mundo del revés, donde entonces todo sería posible.

El único ser cambiante en su naturaleza, pero no así en lo humano, es el hombre; dotado de una inteligencia superior, de un alma y un espíritu que le dan oportunidad de discernir, escoger y optar por aquello que le parezca mejor en el ejercicio de su voluntad creadora y evolutiva.

El hombre estoico de Marco Aurelio en su tarea de vivir, es un hombre fuerte que lucha desde lo introspectivo, desde la reflexión de un ser no ajeno a la naturaleza de su propio espíritu o la del mundo donde vive. Hombre dotado de justicia, prudencia, valor y templanza. Un hombre que, a diferencia del hombre platónico, debe aprender a vivir para ser sabio, y no al revés: aprender a ser sabio para vivir bien. Dos visiones filosóficas que sin embargo, no se separan, sino se complementan.

Tanto la filosofía de Marco Aurelio en plena época imperial romana, como la de Epicuro (filósofo helenista del siglo IV a.J.), son pensamientos que le permiten al hombre “libre albedrío” (clinamen) en el entendido existencial de ser y hacerse responsables de su propia tarea humana, es decir, de su propia vida. El clinamen es un término griego que se refiere específicamente a la libertad individual, en el entendido de que es cada persona por su parte quien debe encargarse de labrar su propia felicidad, que a través de la filosofía encontrará la salud de su alma.

Epicuro, desde su concepto hedonista (la vida fundada en el placer medido hacia la felicidad), dirá que toda tarea humana se centra en tres aspectos: 1) la sensación empírica transmitida a través de nuestros sentidos, argumento que sin duda recogió de Aristóteles, antecedente inmediato de su filosofía; 2) la anticipación, creada a partir de la repetición de nuestras sensaciones; 3) y todo aquello que de una u otra manera nos afecta: pasión, deseo, sentimientos, placer y dolor del cuerpo y en medio del ambiente donde existimos.

Pero hay algo donde se sostiene toda la filosofía de Epicuro: la Ética, que para él determinará nuestra relación con los otros, con nosotros mismos y con nuestro compromiso vital: “el saber aprender a vivir” para encontrar la felicidad.

Ética y Física representan para Epicuro la sustancia de sus argumentos, sostenidos, por otra parte, en la franqueza (parresía) de quien los practica. Tanto la de Epicuro como la de Marco Aurelio son dos filosofías de la práctica más que del simple ejercicio dialéctico; dos filosofías que invitan al hombre, desde lo personal, a llevar una vida buena, digna, significativa y compartida en armonía con los demás.

Toda tarea humana (la que sea) tiene un sentido y un propósito que deben ser uno con la persona misma en su aspiración a vivir bien, estar en paz y ser feliz.

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