La traición del Gobernador…

En el aire se sienten aires de leyendas, y hoy les contaré una de ellas. Una historia de traición como solo nos puede dar la política mexicana.

Cuentan las leyendas, que después de la elección del 1 de julio y cuando la competencia entre los Mauricios, Sahuí y Vila, se encontraba muy cerrada, el candidato tricolor decidió llegar hasta las últimas consecuencias: impugnaría el resultado en caso de que este le fuera adverso.

Para lograrlo pidió el apoyo del entonces gobernador Rolando Zapata Bello, su líder político, quien le levantó la mano para nombrarlo candidato y lo acobijó cuando había otros gallos con las mismas aspiraciones.

Sin embargo, tremenda sorpresa recibió cuando el primer priista del estado le informó que no movería un dedo para apoyarlo en su cruzada, ya que prefería retirarse de manera tranquila y sin aspavientos en lugar de meterse en polémicos pleitos que mancharían su imagen.

“No quiero terminar en el repudio como lo hizo Ivonne”, le habría dicho el entonces gobernador a Sahuí Rivero, quien así lo comunicó a todo su equipo de campaña. Para ellos, esto fue un acto de traición.

Entonces llegó el momento de la transición entre Mauricio Vila y Zapata Bello. Estos dos políticos siempre mostraron una muy saludable relación, e incluso en alguna ocasión se rumoró que el panista era el verdadero candidato del priista.

Entonces pactaron. A cambio de haber bajado a Sahuí de la contienda, su sucesor no despediría a los trabajadores de base del Gobierno del Estado. Los términos fueron aceptados.

Pero resulta que desde el mes de julio, el Gobierno del Estado comenzó a darles base a una gran cantidad de funcionarios, incluso a aquellos que no habían pisado ni una sola vez las dependencias para las que “trabajaban”. He aquí la segunda traición.

Por su parte, Vila Dosal tomó posesión y en su primer mensaje pidió a los trabajadores del Gobierno del Estado que estuvieran tranquilos porque no habría persecución.

El problema llegó cuando se dio cuenta que no le daban las cuentas; el personal basificado era mayor al esperado y no habría que ser un genio para darse cuenta de que había gato encerrado.

Fue entonces cuando a todos se les apareció el chahuiztle y vino la cacería de brujas. No habría acuerdo alguno que respetar y decidió que era momento de activar la barredora. Fuera basificados sin importar si eran eficientes, aviadores o estaba al borde de la jubilación, daba igual y no se pondrían averiguar.

Nuestra historia de traición, se había consumado…

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