Los retos de los hombres en las relaciones de pareja

Por: René Emir Buenfil Viera

Hasta el sol de hoy sigue siendo fácil ser un macho mexicano en nuestra sociedad misógina, pero ya no tanto. Cuando intentas sacar el machismo lo más posible de tu noviazgo o matrimonio, se desencadenan interesantes interrogantes: Si no soy macho, ¿Entonces qué soy?

Las alternativas sociales tradicionales no son muy alentadoras, o un poco hombre, cobarde sin pantalones, mandilón, u homosexual. Y es que la masculinidad tóxica nos corta a todos con la misma tijera, nos impide ser nosotros mismos para conformarnos con el estereotipo de género y matar todas esas partes de nuestra personalidad que nos alejen del macho que podemos ser.

¿Y cómo le hago para no ser un hombre machista? Cuestionando. Cuestiona tu crianza, tus privilegios, la inequidad de género, la brecha salarial y la violencia hacia las mujeres, por nombrar algunas situaciones.

Claro, que cuestionar todo esto te va a orillar a incomodar a las demás personas, bueno, por lo menos a quienes no se cuestionan esto, lo dan por cierto y quieren mantener el status quo. Si quieres seguir en el empeño de renunciar lo más que puedas al machismo (ni siquiera creo que algún día lo logremos totalmente) vas a incomodar a mucha gente, y tienes que estar dispuesto a pagar ese precio, además de que te verás en la necesidad de trabajar en el manejo de tus emociones para no violentar a las mujeres en tu vida y empoderarte, es decir, ver qué poderes te quedan dentro después de haber renunciado a la masculinidad tradicional. Habrás ganado la libertad de ser quien eres fuera de los estereotipos, y te enfrentarás a otro reto para ser pareja: el amor romántico.

Ese amor que te hace prometer que vas a cambiar y nunca lo vas a volver a hacer cuando de violencia se trata (no prometas lo que no sabes si vas a poder cumplir), ese amor que te vuelve caballero defensor del honor de las indefensas damas, ese amor que te hace hacerte la “vístima” ante el rechazo femenino porque hiere tus sentimientos, pero no lo quieres admitir; y transformarlo en un amor realista, en igualdad de circunstancias (de trabajo, labores domésticas, manejo de la economía), y si eres padre, estando presente con una crianza respetuosa, entusiasta y positiva.

Es todo un reto escribir nuestra propia historia como hombres, rechazando elementos de la cultura dominante y permitiendo que surjan partes de nosotros que desde chiquitos nos enseñaron a acallar, ignorar y reprimir.

No lo hagas por tu mamá, hermanas, esposa, hijas, hazlo porque es lo justo, hazlo con la convicción de que las mujeres, todas las mujeres, merecen vivir una vida libre de violencia, hazlo con la firme creencia de que todas las personas tenemos la misma dignidad y derechos. Deja de creerte superior a ellas, de tenerles miedo, de menospreciarlas, criticarlas u odiarlas.
Tu cambio nos conviene a todos. Como dice el dicho, no seremos machos, pero somos muchos. Y se va a caer.

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