Más de 50 años en el negocio avalan el prestigio

Cuando a don José Perfecto Koyoc Chuc su suegro le vendió un terreno ubicado a una cuadra del parque de la colonia Roma, nunca creyó que a la puerta de su casa y negocio pasaría una avenida ni mucho menos que en los amplios terrenos que se ubicaban enfrente se edificaría una plaza comercial que en la actualidad es una de las más visitadas en la llamada Zona Dorada de la capital yucateca.

—Me vendió el terreno en cinco mil pesos, era el año de 1970, y recuerdo que me dijo: para tu negocio va a ser muy buena la ubicación, y así fue. Enfrente en lo que era un banco de materiales, se construyó Plaza Las Américas, y todos los días tenemos venta, hay gente que viene desde colonias muy retiradas para llevar su ceviche o su pescado frito, y eso es una bendición, por eso hay que cuidar mucho lo que le damos a la clientela —dijo José Perfecto a Punto Medio.

Y para cuidar del prestigio de su establecimiento, este hombre de 68 años de edad, hace honor a su nombre y cuida todos los detalles en la preparación de su producto, verificando que esté fresco y que esté crujiente al momento de ser despachado. Acompañado de su cebolla curtida y su limón, es un manjar que bien vale la pena disfrutar.

Y mientras saboreamos de unas postas calientes, don José, nos cuenta como a base de trabajo constante ha logrado día tras día superarse y lejos quedaron los días en los que por las carencias en su natal Santa Elena, siendo apenas un niño de 12 años llegó a Mérida para trabajar lavando coches y de jardinero en una casa de la colonia Alemán.

—Se puede decir que me adoptó la familia de un señor que se llamaba Justo Betancourt, que además de que me daban ropa, me pagaban un peso diario, gracias a ese señor aprendí muchas cosas —recordó, este hombre que a pesar de su edad se levanta desde las dos de la mañana para preparar su cebolla curtida o para ir a comprar pescado cuando no se lo entregan en casa.

—Aprendí el oficio porque mi suegro Pedro Alfonso Moo Lira, vendía pescado en los pueblos y me animó a poner un tingladito en su casa, a una cuadra de aquí, frente al parque, luego salió la oportunidad y me dieron la oportunidad de pagar poco a poco un puesto en Santiago, que luego se convirtieron en tres y que cerré cuando las ventas bajaron porque ya no había estacionamiento, pero hace tres meses mi hijo y mi esposa comenzaron a abrir un local allá, —dijo.

Fue de esta manera que motivado porque se construía Plaza Dorada, se decidió a poner en su casa su pescadería, a la que le puso el Pez Dorado y gracias a los albañiles que al mediodía ya estaban aglomerados para comprar su pescado frito y almorzar, logrando levantarse de nueva cuenta y aprovechando al máximo esta segunda oportunidad y alegrando a sus clientes que disfrutan de un sabor muy especial que se obtiene con más de 50 años de experiencia.

Texto y fotos: Manuel Pool Moguel

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