Mi padre no quiso ser maestro de nadie, aunque dejó una escuela imborrable

Nadie más que su hijo Felipe Cervera Hernández para recordar a don Víctor Cervera Pacheco, el ex gobernador que, dicen muchos, dejó una escuela política y de trabajo que perdura a 15 años de su desaparición física.
El actual coordinador de la fracción parlamentaria del PRI en el Congreso del Estado, Cervera Hernández, tiene otra versión de la vida de su padre, quien muchas veces le dijo que no era maestro de nadie, simplemente tuvo una vida dedicada al trabajo.

Lo que sí hace, señaló, es seguir sus consejos: cómo trabajar duro y darle tiempo a la familia, ya que, al final de sus días, y después de participar en todos los cargos públicos disponibles, Cervera Pacheco estaba convencido que era lo único que queda, lo único que te acompaña hasta el final: la familia.

Esa faceta, la del padre, es la que buscamos conocer en una charla con su hijo, Felipe Cervera Hernández:

Punto Medio (PM): Diputado, ya son 15 años de la muerte de Víctor Cervera, cuéntenos sus anécdotas con él.

Felipe Cercera Hernández (FCH): “Hablar de mi papá es fácil y difícil. Fácil porque tengo muchas anécdotas con él, pero difícil, porque a pesar del tiempo transcurrido me sigue moviendo los sentimientos. Quien diga que estas heridas se curan con el tiempo, no es cierto. Son heridas que el tiempo te ayuda a llevarlas, pero quedan por siempre”.

PM: ¿Tenía tiempo para ustedes?

FCH: “A pesar de su intensa actividad, en el cargo que tuviera, siempre tenía tiempo de calidad para la familia, para mí y mis hermanos. Todos sabíamos que no había cantidad en algunos tiempos, pero sí calidad, pues llegaba hasta nuestros cumpleaños, a lo último algunas veces, pero nunca faltó, por lo menos, que yo recuerde”.

PM: ¿Qué era tiempo de calidad para ustedes?

FCH: “No estoy hablando de un padre consentidor, que todo lo tolerara, sino que supo establecer reglas claras entre lo público y familiar. Esa diferenciación nos permitió crecer con claridad entre lo que era papá y el legislador, gobernador, secretario de estado, en fin, lo que fuera en ese momento”.

PM: ¿Había reglas que marcaba
a seguir?

FCH: “Y trato de seguirlas con mis hijos. Una de ellas es que siempre estaba presente en nuestros cumpleaños. Hubo días que por razones de trabajo no pudo estar, pero fueron los menos. Tengo el recuerdo del padre jalando la cuerda a la piñata. Y en las enfermedades, estaba pequeño, en la primaria y jugando con fuego, quise hacer una fogata y me quemé la pierna, me internaron y cuando desperté allí estaba. Eso me animó más que la medicina”.

PM: ¿Cómo eran las vacaciones?

FCH: “Estar con él en su trabajo, sin inmiscuirnos, pero acompañándolo. Eso era gratificante. También nos íbamos al rancho, que fue el centro de nuestra vida y la relación que tuve con mi padre, a grado tal que allí fue mi boda por lo civil”.

PM: ¿Se dice que su padre fundó una escuela en la política?

FCH: “Él decía “yo no soy maestro de nadie, a mí que no me culpen”, esos que dicen Víctor Cervera me enseñó no es cierto. Hoy más que nunca lo digo, él no era maestro de nadie, el quería que le aprendía lo bueno y lo no tan bueno. Si querías abrevabas de su experiencia de vida, de sus errores y aciertos”.

PM: El no pretendía enseñar a nadie, ¿pero usted sigue sus enseñanzas?

FCH: “Mira, no es en sí que él no enseñara, sino que no pretendía enseñar a nadie, no era maestro de nadie. Por supuesto que dejó muchas enseñanzas, muchos ejemplos, te digo, positivos y tal vez no positivos, unos para imitarlos y otros para no cometer esos mismos errores. Para mí uno de sus ejemplos es darle tiempo a la familia. Me decía al final, con toda la experiencia que acumuló en el servicio público, que lo único que queda al final: es tu familia.
“Me dijo que había comprendido que las cosas siguen sucediendo, la vida sigue y no se acaba porque te tomes tres horas, cuatro y cinco horas con tu familia”.

PM: Cuando su papá fue gobernador, ¿que recuerda más?

FCH: “Yo estudiaba en la Universidad y se hizo un ciclo de conferencias, uno de los conferencistas, un ex procurador, en el tiempo que fue secretario de la Reforma Agraria con (Carlos) Salinas de Gortari, nos preguntó por el gobernador y le hice la cita. Un compañero le dijo que yo era el hijo del gobernador Víctor Cervera Pacheco, luego se molestó porque me trató como el “Joven Cervera”. Nos reclamó que no le gustaban los juegos, pero se le aclaró que era el respeto al padre en su oficina de trabajo”.

PM: ¿Muy molesto?

FCH: “Fue claro que el ex procurador traía cierto disgusto conmigo, a él no le gustaban esos juegos, que lo habíamos engañado y me dijo: “usted joven, me dijo que era hijo del gobernador”. Sí señor, pero aquí (en Palacio de Gobierno) no es mi papá, es el señor gobernador. En la casa soy Felipe y él es mi papá”.

PM: ¿Usted la hizo de chofer
también?

FCH: “En las olimpiadas nacionales (del 1999) me mandó mi papá a ayudar en lo que se necesitará y lo que se necesitaba era un chofer, me tocó recibir a los invitados especiales. Entre ellos al director del deporte de Sonora, cuyo chárter llegó en la madrugada, y cuyo gobernador, Luis Alfonso López Nogales, era amigo de mi padre. En la charla me dijo que le traía una maleta de carne seca para él, le dije que se la podía llevar, pero tardó en aceptarlo, pues no creía que el hijo del gobernador fuera el chofer. En ese entonces quién se iba a imaginar que el hijo del gobernador estaría sirviendo dignamente como chofer de los funcionarios y de los invitados especiales”.

Quince años después, ¿le duele o extraña a su padre?

FCH: “Lo he dicho y lo repetiré hasta el cansancio, cuando afirmo que él era mi todo es una realidad (se le hace un nudo en la garganta). Cuando me llega la noticia de su fallecimiento en un viaje con mi esposa y mi suegra, se me derrumbó todo. A parte de papá era mi mejor amigo, pero también mi jefe y socio en el rancho”.

PM: ¿Cómo se enteró de su
muerte?

FCH: “Tenemos familia en California, unos amigos que vienen en San Francisco, nos fuimos con ellos, llegamos y para movernos rentamos un coche y al segundo día salimos a pasear, fue cuando recibo una llamada del profesor Flores que me dice que tenía que volver urgentemente, pues mi padre se había puesto grave y estaba ingresado en la clínica, pero su voz lo delató. También porque comencé a recibir mensajes de fortaleza, aunque nunca de condolencias. Falleció el miércoles 18 de agosto del 2004 y yo llegué a Mérida el 19 en la madrugada”.

¿Considera que sigue sus pasos en la política?

FCH: “Nunca ha sido mi pretensión ser una mala copia de Víctor Cervera, ni decir siquiera que intento seguir sus pasos. Eran otros tiempos y circunstancias diferentes. No fueron sus tiempos que los míos, no fue lo mismo su vida y su formación que la mía. Nunca he utilizado su nombre para hacer campaña. Tuvo su vida, su oportunidad y su espacio y yo tengo el mío. Mi única ventaja fue haberlo tenido como padre, con la formación que me pudo haber dado, pero no se trata de imitar carreras o competir, son rutas diferentes”.

Texto: Esteban Cruz Obando
Fotos: Luis Payán

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