Nunca será lo mismo

Por: Jhonny Eyder Euán

Me enteré de la catástrofe y enseguida traté de hallar esperanza. Corrí como nunca por mi recuerdo, pero fracasé. Pese a arriesgar mi vida en el tránsito de la ciudad, ya no quedaba ninguna esperanza. Hasta la joven que vendía los periódicos conocía de sobra el desenlace de mi absurda misión. Me vio desesperado, pero ni eso le importó.

Simplemente contestó lo poco que sabía sobre el tema y eso dobló un tanto mi corazón.

Fue una mañana de un martes cuando intenté conseguir la última versión impresa de mi periódico favorito. No es una película de terror, ni lo soñé. Buscaba comprar el periódico final de El País en el continente americano. ¡Qué locura!, un monstruo del periodismo anunciaba su paso hacia el futuro, ese paso “inevitable” que casi nadie —hasta hace poco— se atrevía a dar. El diario español aceptó el reto y no sólo enterró su papel en América, también sepultó mis ilusiones como lector mexicano de su medio impreso.

Han pasado casi dos meses de esa frustrada hazaña y ya me acostumbré a la idea de que jamás hojearé esa edición simbólica. Ese ejemplar queda para la historia y para los recuerdos de las personas que lo pudieron comprar, aquel 31 de diciembre del año pasado. Ese mismo día, un periodista posteó en Twitter una foto de la última portada impresa de El País en América Latina. Leí los comentarios y la mayoría de las personas lamentaron el hecho y coincidieron en que nunca será lo mismo leer en la pantalla que en el papel.
La digitalización al 100 por ciento del diario español en el continente fue una noticia triste porque aún quedan personas que leen los periódicos impresos. Creo que no hay nada mejor que hojear las páginas y pasear por todo el contenido informativo que a diario se resume en cuadros y columnas. Yo soy uno de esos tipos que siempre busca el tiempo para admirar los ejemplares, y desde hace poco colecciono ediciones. Mi anhelo es tener la mayor cantidad posible de diarios del mundo. Precisamente en enero, gracias a un par de enamorados, mi colección recibió una preciada suma de diarios de Francia, Alemania, Italia y España. Llámenme ridículo, pues es obvio que el idioma dificulta la lectura, pero son diarios que disfruto hojear porque a través de sus páginas se pueden conocer otras formas de pensar y modos distintos de entender a la sociedad. Abrir el periódico es también una forma de acercarse a otras realidades, a otros mundos.

 

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