Se consolida la OSY, 13 años de ”traer el pasado al presente ”

 

LA ORQUESTA SINFÓNICA DE YUCATÁN (OSY), a la que músicos y directores extranjeros consideran “el secreto mejor guardado de México”, en frase que elogia su calidad, cumplió en febrero de este año 13 años de “traer el pasado al presente” mediante obras que van del Barroco a la Época Contemporánea.

Actualmente integran la OSY 64 músicos: 16 yucatecos, 20 nacionales (mexicanos de otras partes del país) y 28 extranjeros. De estos últimos, por cierto, 15 adoptaron la nacionalidad mexicana por naturalización, pues encontraron en este país un destino de vida.

En el caso de los yucatecos, representan un 20 por ciento del total de integrantes desde que el proyecto arrancó en 2004, aunque en número pasaron de ocho músicos en ese año, a 16 –el doble– en este 2017.

 

UN LUGAR DE GRANDES MÚSICOS

“Siempre tuve como meta llegar a pertenecer a la Orquesta Sinfónica de Yucatán, por diferentes razones, una de ellas fue para profesionalizar el oficio de músico. Además, es el lugar en el que puedo tocar con músicos muy buenos”, declaró Juan Manuel Uicab Cruz, de 37 años de edad, quien desde 2013 se convirtió en uno de los contrabajistas de la compañía. Antes de formar parte de los 64 músicos que hoy día forman la orquesta, el entrevistado se desempeñó en la música popular. Su trayectoria comenzó a los 12 años, cuando tomó clases de guitarra, y luego tocó el bajo eléctrico.

En 2003 ingresó a la escuela de música del Sindicato Único de Filarmónicos de Yucatán (SUFY), donde tomó clases de solfeo, nociones de armonía y orquestación con el tecladista Juan Palacios.

En 2004, año en el que se inicia la OSY, comenzó a estudiar en el Centro de Música José Jacinto Cuevas (Cemus), donde afortunadamente conoció el contrabajo.

“No pensaba en ser contrabajista clásico, siempre me imaginé tocar otros géneros, como el jazz”, comentó Uicab Cruz.

La transición de la música popular a la académica la definió como una experiencia muy divertida. “Llegó en un momento en que me resultó muy interesante. Me sumergí en todo esto”.

Después de dos años de preparación, un amigo lo invitó a trasladarse a Xalapa con el objetivo de estudiar en la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana.

Debido a que las inscripciones y el proceso de selección ya habían pasado, el yucateco estuvo en calidad de oyente durante un semestre con el profesor Carlos Villareal, contrabajista de la Orquesta Sinfónica de Xalapa.

“Mis estudios formales en música se iniciaron a los 24 años, algo muy tarde”, reconoció.

Las complicaciones para estudiar una carrera en la capital veracruzana obligaron al contrabajista a regresar a Mérida e inscribirse en la Escuela Superior de Artes de Yucatán (Esay), donde conoció a su mentor Stanislav Grubnik.

 

“Aposté por regresar a Mérida, me fue muy bien, ya que concluí mi licenciatura de música en la Esay”, comentó.

 

“ERA MI OPORTUNIDAD”

Sobre su ingreso a la OSY, recordó que fue como postularse a cualquier empleo. “Primero tiene que haber una vacante como en cualquier otro trabajo, la cual se presentó justo en el momento en el que terminaba la carrera… era mi oportunidad de intentarlo”, relató.

La convocatoria fue lo de menos. Uicab Cruz canalizó sus energías para conseguir un grado “sobresaliente” en la evaluación y así hacerse un lugar en la compañía.

“No sé qué tanta demanda hubo de contrabajistas, entendí que hubo uno que otro extranjero que aspiraba a la plaza. Yo me apegué a las reglas, ellos pidieron un vídeo, lo grabé para mi audición…”, recordó.

Respecto a las versiones de que la orquesta prefiere a los músicos extranjeros en vez de los locales, el músico dijo que “la OSY busca músicos de calidad, eso no incluye una nacionalidad, importa un interés y un nivel”.

Aseguró que todas las audiciones son difíciles, por lo que constantemente sigue actualizando sus conocimientos para mejorar su técnica, y no descarta tomar una maestría en Alemania o en Dinamarca, donde triunfa el yucateco Joel González.

También recordó que la primera vez que se presentó en el Teatro José Peón Contreras como integrante de la OSY fue una experiencia “tremenda porque… toqué en un programa mexicano en el que hice una suplencia”. Las obras interpretadas fueron “Danzón No. 2”, de Arturo Márquez; “Sinfonía India No. 2”, de José Pablo Moncayo, y “Huapango”.

 

Ver su nombre impreso en el programa hizo que Uicab Cruz fortalezca la convicción de que no debía perder su objetivo. “Traté de verlo de una forma muy fría… La música proporciona magia y sentimientos al público, pero el músico debe concentrarse para realizar muy buena música que el espectador pueda disfrutar”.

 

 UN RETO MAYOR

La OSY comenzó a escribir su historia en 2002, cuando las autoridades estatales decidieron crear una sinfónica. “Nos topamos con un reto mayor: ¿cómo lo hacemos si no tenemos músicos?”, recordó el director general de la institución, Miguel Francisco Escobedo Novelo.

El debut se realizó el 27 de febrero de 2004. Las críticas cayeron como chaparrones. En ese entonces la institución estaba formada por 41 músicos: ocho yucatecos, cuatro nacionales y 29 extranjeros.

–En ese año la ESAY no existía. Ante la falta de conservatorio y suficientes músicos optamos por hacer una convocatoria a nivel nacional, y la respuesta fue muy mala –dijo Escobedo Novelo.

Desde la perspectiva del entrevistado, ningún músico mexicano dejó lo que tenía en ese momento para integrarse a un proyecto que todavía generaba incertidumbre, sobre todo porque estaba en duda si habría continuidad en la siguiente administración.

Tras el primer tropiezo, la OSY emitió una convocatoria en “Musical Chairs”, un sitio web en el que todas las orquestas del mundo divulgan sus vacantes.

–Recibimos currículums de rusos, búlgaros, italianos, franceses. El sueldo ofrecido a los extranjeros era de mil dólares, y en ese entonces el dólar no superaba los 10 pesos –comentó Escobedo, quien apuntó que músicos extranjeros hay en Yucatán y en las orquestas de otras partes del mundo.

Sobre los salarios de la OSY, en comparación con orquestas de otras partes del país, indicó que son muy desproporcionados al nivel de sus integrantes. La llegada de músicos nacionales a Mérida no es por el salario o lo que ofrece la organización, añadió, sino porque ven a Yucatán como un destino de vida.

“Nos han dicho que la OSY es el secreto mejor guardado de Yucatán y del país. El músico busca hacer música y consolidar un proyecto”, añadió.

 

Irbin Flores Palomino

Fotografías: Gabriela Cortés

 

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.