Debido a la dependencia, las autoridades germanas recurren a suministros alternativos, que por ahora parecen estar funcionando
Las autoridades germanas se apresuraron a asegurar suministros alternativos, conscientes de que la fuerte dependencia del gas ruso había dejado al motor económico europeo lamentablemente expuesto.
Sin embargo, apenas unos meses después las luces brillan en los mercados navideños, se respira un tímido optimismo en el aire aderezado con Glühwein (vino caliente). La estrategia que Alemania ha montado apresuradamente para arreglárselas sin el gas ruso parece estar funcionando, al menos por ahora.
—La seguridad energética para este invierno está garantizada —afirmó el canciller socialdemócrata Olaf Scholz en el Parlamento alemán este miércoles.
Los depósitos de gas del país están llenos, en parte, por una frenética —y costosa— operación de compra en los mercados mundiales de hidrocarburos.
Asimismo, en la costa alemana del Mar del Norte, azotada por el viento, los ingenieros acaban de construir, en un tiempo récord, su primera terminal de importación de gas natural licuado (GNL).
El GNL es un gas natural que se enfría en forma líquida para reducir su volumen y facilitar su transporte. Luego se vuelve a convertir en gas al llegar a su destino.
En Alemania este tipo de proyecto suele llevar años, debido a la pesada burocracia. No obstante, las autoridades han eliminado trámites para que la obra se pudiera completar en menos de 200 días.
La parte más importante de la terminal, una “unidad flotante de almacenamiento y regasificación” (Fsru), aún no ha sido asegurada. La Fsru, que es esencialmente un barco especializado en el que el GNL se convierte de nuevo a su estado gaseoso, se alquilará por US$ 207.259 diarios.
Dentro de unas semanas, los buques tanqueros de países como Estados Unidos, Noruega o los Emiratos Árabes Unidos podrían comenzar a entregar sus cargamentos en el puerto de Wilhelmshaven.
El operador de la terminal, Uniper, que ahora está controlado casi en su totalidad por el gobierno alemán, no ha querido informar sobre sus proveedores, pero insistió en que ya hay contratos en vigor.
Berlín tiene previsto construir otras cinco terminales de GNL. La mayoría deberían estar terminadas el año que viene.
La potente industria alemana ha contenido la respiración mientras el gobierno ejecutaba su arriesgada estrategia.
“Si no tenemos gas, tenemos que cerrar el horno”, le dijo a la BBC Ernst Buchow, quien posee una fábrica de ladrillos a media hora de Wilhelmshaven.
Los ladrillos que produce deben cocerse en un horno gigante a temperaturas de hasta 1,200 grados centígrados. En un futuro cercano el empresario espera poder pasar al hidrógeno verde, pero por ahora, depende totalmente del gas.
—No es sólo culpa de los políticos. La industria quería los contratos de gas ruso —agregó.
Hace apenas un año, los acuerdos con Moscú proporcionaban a Alemania 60% del gas que consumía, en gran parte a través del gasoducto Nordstream.
Pese a la importante oposición política y ciudadana, el gobierno esperaba poner en funcionamiento el controvertido Nordstream 2, que habría duplicado la cantidad de gas ruso que llegaba a Europa a través de Alemania. Sin embargo, la invasión a Ucrania enterró estos anhelos.
La agencia federal de la red energética asegura que hoy Alemania se las arregla sin combustible ruso.
Pero, para evitar la escasez durante el invierno, sus expertos afirman que las terminales de GNL deben entrar en funcionamiento a principios del próximo año y que el consumo de gas debe reducirse 20%.
Llegar a este punto puede considerarse un gran logro nacional, pero no ha salido gratis.
Texto y foto: EFE