Mary Carmen Rosado Mota
@mary_rosmot
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El ocho de marzo es un día para luchar, para exigir, para alzar la voz en la búsqueda de justicia, de igualdad, de derechos, de mejores condiciones para las niñas, para las jovenes, para las mujeres de todas las edades. Pero también para visibilizar a aquellas que con su propia historia son ejemplo de resistencia, de esfuerzo y de que nosotras, también podemos.
Kathrine Switzer, estudiante de periodismo, tenía 19 años cuando en 1967 con una “trampa” en su nombre logró inscribirse al maratón de Boston, nunca antes una mujer había participado con un dorsal oficial, pues este deporte era exclusivo para los hombres. Las fotos de ella intentando ser expulsada de la competencia por parte de uno de los organizadores, son imágenes que han trascendido las generaciones, como una clara muestra de lo que ha significado ser mujer dentro del deporte y otros escenarios de la vida.
Este fin de semana se anunció que la peleadora Joanna Jedrzejczyk será ingresada al salón de la fama de la famosa empresa UFC de artes marciales mixtas, siendo a penas la segunda mujer en pertenecer a este selecto grupo de inmortales. Dominó su división del 2015 al 2017, ganando seis peleas de campeonato y siendo la primera luchadora polaca en conseguir ser campeona mundial. Sin duda, tras su retiro se le extraña en el octágono pero este reconocimiento era más que merecido para una mujer que siempre dejó todo en cada combate.
De igual manera, en el fútbol mexicano, también tuvimos un momento histórico cuando Katia Itzel García se convirtió el pasado sábado en la segunda mujer en arbitrar un partido en la Liga MX Varonil y la primera en hacerlo en los últimos 20 años, desde que Virginia Tovar lo hiciera en febrero de 2004. Con gafete FIFA, experiencia en la Copa del Mundo de Nueva Zelanda–Australia y la Copa Oro femenil, así como en las diferentes ligas de México, Katia es un importante referente para que entendamos que el deporte no tiene que ser exclusivo de hombres o mujeres.
Y por supuesto, en el marco de esta importante fecha vivimos la final de la primera edición de la Copa Oro femenina de la Concacaf, entre Estados Unidos y Brasil. A lo largo de un par de semanas disfrutamos del gran nivel de las mejores selecciones de la zona y nos emocionamos partido tras partido con lo que estas mujeres futbolistas realizan, pero también con las consignas que se pudieron visibilizar gracias a la cobertura que recibió este torneo.
Reconozcamos a todas, a las deportistas amateur, a las profesionales, a las que sólo lo practican de manera recreativa. Reconozcamos a las entrenadoras, a las árbitras, a las directivas, a las reporteras, a las psicólogas, a las doctoras, porque el ejemplo de cada una de ellas ha despertado algo que nos empuja a ir por más, que nos llena de orgullo y nos motiva a seguir adelante dejando precedentes, no un día al año sino luchando todos los días. Que nunca se nos olvide que el deporte es tan grande que tiene espacio para todas nosotras.