Verdadero retrato de Nuestra señora Izamal

Por Ángel E. Gutiérrez

Se conserva en el acervo de la Pinacoteca del Estado “Juan Gamboa Guzmán”, un interesante óleo de Nuestra Señora de Izamal, advocación mariana de gran arraigo en Yucatán, cuyos atributos taumaturgos le valieron ser elegida en 1648 –año en que la imagen fue traída por primera vez a Mérida— como “abogada, patrona, protectora y madre” de la antigua provincia yucateca.

Y es que, a falta de santos propios, reconocidos y canonizados por Roma, los novohispanos enfocaron sus necesidades devocionales en torno a las imágenes, las cuales se configuraron como auténticas reliquias. Por medio de ellas se esperaba obtener el favor o la clemencia divina, especialmente ante situaciones de crisis sociales, ocasionadas por catástrofes naturales, epidemias o plagas.

El cuadro de Nuestra Señora de Izamal corresponde a la modalidad de los “verdaderos retratos”, particular género pictórico que tuvo gran difusión en el mundo barroco hispano y novohispano, y que consistía en retratar las efigies de mayor devoción popular. Usualmente, este tipo de obras eran realizadas por pintores de segunda línea e incluso por artesanos. Las imágenes retratadas lucen ricas joyas y suntuosos atavíos, lo cual era un reflejo de su fama y cualidades milagrosas.

La imagen de la Virgen izamaleña se presenta de cuerpo entero y en posición frontal, con actitud hierática y rígida; el anónimo y popular pintor de la obra quiso evidenciar que se trata del retrato de una escultura. Gruesos hilos de perlas y piedras preciosas recaman el vestido y manto de la Virgen, la cual reposa en un trono de plata labrada. En la peana se lee una inscripción que da testimonio del año en que fue realizada y de las gracias con que fue enriquecida: “… La bendijo hoy 13 de julio de 1769 años, el Ilmo. y Rvmo. Sr. Mtro. Don Fray Antonio Alcalde… Fue tocada a su original el día de su bendición, estando en pública adoración en la iglesia de las Señoras Religiosas de esta ciudad de Mérida…”

En este sentido, la obra tiene también un carácter conmemorativo ya que fue pintada durante la visita que la Virgen de Izamal realizó a Mérida en los meses de junio y julio de 1769. El motivo fue hacerle una “pública rogativa” para que por su intercesión se aplacase “el castigo de innumerables langostas que devastaban las milpas y talaban los montes de la provincia”, con el “universal lamento de sus habitadores”.

Según la relación de aquella visita, que se conserva en los archivos de la Catedral de Mérida, durante los 44 días que la venerada imagen Itzalana permaneció en la ciudad se realizaron 5 procesiones solemnísimas, 4 novenarios y otros actos litúrgicos en la Catedral y otros templos. Se trató de un auténtico delirio devocional en el que los meridanos de hace 250 años se volcaron para encontrar alivio a sus ansias y temores, tanto del cuerpo como del espíritu.

 

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.