Yaxcopoil, un museo para revivir el esplendor de las haciendas

La ex hacienda de Yaxcopoil, fundada en el Siglo XVII, es un claro ejemplo de la grandeza que en el pasado alcanzaron estos patrimonios ganaderos y henequeneros de Yucatán y que es digo de visitarse en un Paseo Dominical.

Convertida en un museo por sus propietarios, descendientes de los compradores de hace más de 120 años, sus paredes, cuadros, cuartos y casa mayor, además de sus grandes jardines, nos transportan a los años de esplendor, ya sea en la ganadería o por las plantaciones del “oro verde”.

Hacienda ganadera en sus inicios, todavía se pueden observar los vestigios de los corrales, todos divididos por albarradas y gruesos muros, además de los bebedores ubicados en la entrada alterna a la casa principal.

Además está la casa principal con largos pasillos y habitaciones, así como amplios corredores tanto internos como externos. Está rodeada de extensos jardines que “ocultan” en el interior un cenote cerrado, al que se le hizo trabajos especiales para colocar motores y bombas americanas de principios del Siglo XX.

Todavía cuenta con los muebles europeos que se acostumbra usar en la época de esplendor.

El salón principal está presidido por dos óleos: de don Donaciano García Rejón Mazó y su esposa Mónica Galera Encalada, quienes en 1864 adquirieron la propiedad, a partir de entonces se fue heredando de padres a hijos, hasta la actualidad.

Llama la atención el oratorio, que no es una capilla, que conserva un óleo de la época colonial y allí se venera la imagen del santo patrono, San Gerónimo de Yaxcopoil.

Y si no se conforma con lo que puede observarse de la vida de la hacienda, en Yaxcopil también hay vestigios mayas, principalmente en sus montes. Son ruinas mayas formadas por estructuras piramidales, teniendo las principales alturas entre seis y 20 metros.

También se puede observar la planta desfibradora de henequén, con vestigios de los primeros motores y máquinas del Siglo XIX para el proceso agrícola e industrial. Por ejemplo, un motor diésel alemán de la marca Körtin de 193, que se utilizó hasta 1984 cuando concluyó la producción de fibra de henequén.

Texto y fotos: Esteban Cruz Obando

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