Monseñor Gustavo Rodríguez señala que se requiere la gracia divina para cada municipio, cada comisaría, a fin de que nos entendamos y respetemos
Ante el ambiente violento que se vive en otros estados del país por las campañas políticas, y algunas casos de agresión ocurridos recientemente en Yucatán, el arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega, aseguró que en México urge el espíritu de la unidad, del amor, de la paz y de la justicia, sobre todo en este período electoral en el que tantos candidatos y políticos han sido asesinados.
Aseguró que las posturas y decisiones políticas pueden dividir a los poblados del estado, a los amigos, a las familias y hasta los grupos de Iglesia. “Que venga el Espíritu de lo alto a México, a Yucatán, a cada municipio, a cada comisaría, para que todos podamos entendernos y respetarnos como hermanos. Quien respira violencia o deseos de venganza no tiene el Espíritu de Dios”, agregó.
Señaló que la primera lectura de ayer, fue tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles, nos narra el acontecimiento de Pentecostés. “Era un domingo, habían pasado ya 50 días desde la resurrección del Señor y diez días desde su ascensión a los cielos”, aseguró. Aseguró que etimológicamente la palabra “pentecostés” viene del griego y significa “cincuenta”. Ésta ya era una fiesta religiosa en Israel que celebraban cincuenta días después de la Pascua Judía. Precisamente por esa fiesta de pentecostés habían venido judíos de varias naciones, así como también simpatizantes del judaísmo, hablando por lo menos quince lenguas distintas.
Indicó que los Apóstoles junto con María, la madre del Señor, y con algunos de sus parientes, habían permanecido dentro del cenáculo donde fue la última cena, haciendo oración en la espera del Espíritu que Jesús les había prometido.
“María ya había recibido al Espíritu treinta y tres años antes, cuando concibió en su seno al Hijo de Dios, y ahora recibe al Espíritu Santo para convertirse en Madre de la Iglesia naciente. El papa Francisco instituyó hace pocos años la fiesta de ‘María Madre de la Iglesia’, que hoy vamos a celebrar”, aseveró.
Explicó que eran las nueve de la mañana, los signos de la llegada del Espíritu Santo fueron el viento impetuoso que sopló sobre la casa donde se encontraban, las llamas de fuego que se posaron sobre los Apóstoles, y la salida valiente de todos para anunciar por vez primera la buena nueva del Evangelio a la multitud que se reunió al ver aquel fenómeno del viento. “Cada uno de los presentes entendía en su propia lengua lo que los Apóstoles predicaban. El mayor signo fue que, luego de la predicación de san Pedro, se bautizaron tres mil personas. Muchos siglos antes, los hombres que con soberbia construían la torre de Babel dejaron de entenderse porque el Señor confundió sus lenguas; ahora en cambio el Señor concede a todos entender la lengua de la fe”, expresó.
Aseguró que la soberbia y el egoísmo, personal o comunitarios, siempre llevan a la desunión, mientras que la humildad lleva a la unidad y al diálogo fraterno. “Las guerras que hay en este momento entre varias naciones deben terminar mediante una actitud de humildad que lleve al diálogo fraterno y al perdón mutuo”, puntualizó.
Detalló que el salmo de ayer es el 103, con el cual aclamamos: “Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la Tierra”.
Texto y foto: Darwin Ail