Opinión: La principal

El anuncio de la llegada de seis nuevos cruceros por parte del gobernador Mauricio Vila Dosal el día de ayer al puerto de Progreso significa un nuevo llamado de atención para quienes se dedican al turismo en dicho municipio.

En ese tenor, es difícil olvidar las duras declaraciones de la secretaria estatal de Turismo, Michelle Fridman Hirsch, realizadas hace meses, en torno a las precariedades que Progreso de Castro afronta en este rubro.

Tal y como sostuvimos en aquel momento, no compartimos la forma de la expresión de la Secretaria en el sentido de que sería más fácil borrar del mapa a Progreso.

No obstante, había verdad en el comentario de Fridman: el municipio, tan emblemático y querido por todos los yucatecos, requiere un cambio profundo si se desea seguir con éxito la vocación turística que no tuvo en sus comienzos.

De esta forma, y a diferencia de otras administraciones municipales, el alcalde Julián Zacarías Curi sí ha entendido la necesidad del cambio expresado por Fridman y lo ha demostrado a partir de las diferentes obras que han buscado embellecer al puerto de Progreso.

Sin embargo, como es de esperarse, el cambio impulsado ha generado resistencia. Un ejemplo de lo anterior estuvo en el retiro del mobiliario de restaurantes que se ubicaban en la zona de playa del malecón y que provocó airadas respuestas al alcalde.

Ciertamente, es totalmente entendible y legítimo que quienes se beneficien del turismo en Progreso sean críticos con acciones que, eventualmente, pudiera implicarles un golpe a sus ingresos. No obstante, no es admisible estancarse y encogerse de hombros antes las altas exigencias del turismo extranjero.

Es momento de que se difundan con mayor vigor los planes estatales y municipales que las autoridades tienen para con el emblemático Progreso de Castro, bajo el entendido de que dejar las cosas como están sólo podrá significar la decepción e indiferencia del turismo extranjero que llegará en esos nuevos seis cruceros, y que, como ya se ha podido comprobar, no tiene ningún inconveniente en abordar camiones de lujo rumbo a las muchas otras riquezas turísticas que, afortunadamente, le sobran a Yucatán.

 

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