Editorial

Hoy se cumplen dos años desde que Mauricio Vila Dosal asumió el cargo como el gobernador de Yucatán, y han sido dos años bastante sui géneris por los motivos que todos ya conocemos.

En primer instancia tenemos que al mandatario le tocó convivir con una administración federal que no sólo no es de su partido, sino que también se ha empeñado en cambiar varias cosas de la política mexicana, al traer tiempos muy diferentes a lo que estábamos acostumbrados, sobre todo en lo que se refiere al tema presupuestal.

Cada año se han otorgado menos recursos, y muchos de los programas a los cuales la ciudadanía se había acostumbrado han desaparecido o han cambiado de forma, lo que ha provocado que a la administración estatal le toque menos dinero de lo que recibieron los anteriores gobiernos en Yucatán.

Además, a todo esto hay que sumarle lo que todos ya sabemos que hemos vivido durante el 2020, para el cual nadie se encontraba preparado, pero que todos los sufrimos de la misma manera. Y eso sabemos que ha traído recesión económica derivada del encierro y la parálisis de la iniciativa privada por temor a los contagios.

Vila Dosal se ha tenido que enfrentar a situaciones y escenarios a los que ningún otro mandatario estatal le había tocado, por lo que no importa lo que pase en el resto del sexenio, ya que su nombre quedará grabado en la historia como el gobernador de Yucatán en tiempos del COVID-19.

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