¿Pacificador?

Armando Escalante
Periodista y analista político

La accidentada, deslucida y muy criticada cumbre de países latinoamericanos celebrada en la ciudad de México, quedó registrada como un signo de los tiempos que estamos viviendo. Mostró a un AMLO tal y como es: muy complaciente con los dictadores, servil y súbdito de sus intereses y ladino, mala gente con su vecino Estados Unidos. Como se esperaba, mostró el cobre.

Cuenta la leyenda que el peje está cabildeando para que, llegado el momento, pretenda ser una especie de líder de países de Latinoamérica y a la vez, aunque muy alejado, un promotor de la Paz. No se explica cómo puede pretender abogar para sí como un pacificador si en su propia tierra no hace otra cosa que tolerar y abanicar la violencia. ¿Cómo? Muy sencillo dejando que sienten sus reales los grupos de narcotraficantes que mantienen bajo su control ciudades enteras del norte y centro del país, al tiempo que los deja delinquir sin perseguir.

Candil en la calle oscuridad en la casa, reza un antiguo dicho que describe muy bien lo que pasa en México. Además, no olvidemos que para pretender ser un promotor de la paz, primero tendría que portarse menos agresivo, grosero con la prensa, a la que persigue, insulta, y ofende las veces que quiera sin aportar un solo fundamento que pruebe sus dichos y acusaciones.

Ligado a este mal trato, viene muy bien a cuento lo que apareció ayer domingo, en El Universal, en una columna titulada ‘bajo reserva’ donde se reprodujo el siguiente texto: “Como aquí le hemos comentado youtu bers y bloggeros que están acreditados a la conferencia de prensa matutina del presidente López Obrador no solo hacen halagos disfrazados de preguntas para el gobierno así como en contra de la oposición, sino que también realizan lo que ya se conoce entre los reporteros como “gestiones” es decir preguntas a favor de políticos, empresarios o grupos sindicales quienes le pagan a estos youtubers por cada respuesta que logran obtener del Presidente, alla en ese espacio titulado la mañanera”.

Dice la nota del periódico antes citado que “como sus gestiones son cada vez más descaradas y frecuentes, al inicio de cada conferencia literalmente personal de Comunicación Social de Presidencia a cargo de Jesús Ramírez, piden a los asistentes al Salón Tesorería que ‘no hagan más de dos preguntas y evitar que estas sean gestiones’. Remata el texto con el siguiente párrafo: “En su intento por evitar las críticas en Palacio Nacional crearon un monstruo que ahora no pueden controlar. Todo esto se pudo haber evitado si desde el principio hubieran acreditado solo a verdaderos periodistas”.

El xix.— Corre por la red de whatsapp una leyenda urbana sobre el nuevo estadio que en primera instancia causa risa. Dice ese chisme de boca en boca que el mismo gobierno estatal estaría alentando las críticas y las muestras de inconformidad contra la obra, para que no quede más remedio que reubicar la sede del reducido, muy pequeño terreno que eligieron en Cordemex —para el cual han encontrado las justificaciones más asombrosas—, hacia otro espacio más confortable, menos conflictivo y rodeado de avenidas, calles y accesos, que permita que ese complejo deportivo no genere el megacaos vial que causaría cada vez que se haga algún evento en su interior. Y añade el infundio que de esa forma, el gobierno se vería obligado a dotarlo de un mejor sitio sin negocio de por medio, lo cual sería una ganancia para los promotores de la obra pues el terreno literal no les costaría. Suena muy perverso como negocio pero sobre todo suena muy inteligente en eso de reubicar el estadio para un lugar donde no le fastidie la vida a otros miles que no piensan poner un pie ahí. De ser así, esa leyenda urbana cuasi perversa que yo he estado desmintiendo por absurda, tendría todo mi apoyo. Ojalá fueran tan listos y audaces los involucrados en la obra como para llevársela a otra parte. Cuenten conmigo.

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